Page 324 - El Señor de los Anillos
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Un viaje en la oscuridad
L a luz gris menguaba otra vez rápidamente, cuando se detuvieron a pasar la
noche. Estaban muy cansados. La oscuridad creciente velaba las montañas y el
aire era frío. Gandalf le dio a cada uno un trago más del miruvor de Rivendel.
Luego de comer invitó a los otros a discutir la situación.
—No podemos, por supuesto, continuar esta noche —dijo—. El ataque a la
entrada del Cuerno Rojo nos ha dejado agotados y tenemos que descansar.
—¿Y luego a dónde iremos? —preguntó Frodo.
—El viaje no ha terminado y no hemos cumplido aún nuestra misión —
respondió Gandalf—. No podemos hacer otra cosa que continuar, o regresar a
Rivendel.
El rostro se le iluminó a Pippin ante la sola mención de retornar a Rivendel.
Merry y Sam se miraron esperanzados. Pero Aragorn y Boromir no
reaccionaron. Frodo parecía preocupado.
—Me gustaría estar allí de vuelta —dijo—. ¿Pero cómo regresar sin sentirnos
avergonzados? A no ser que no haya en verdad otro camino y que nos
declaremos vencidos.
—Tienes razón, Frodo —dijo Gandalf—, regresar es admitir la derrota y
enfrentar luego derrotas peores. Si regresamos ahora, el Anillo tendrá que
quedarse allí; no podremos partir otra vez. Luego, tarde o temprano, Rivendel
será sitiada y destruida a corto y amargo plazo. Los Espectros del Anillo son
enemigos mortales, pero sólo sombras del poder y del terror que llegarían a
manejar si el Anillo Soberano cae de nuevo en manos de Sauron.
—Entonces tenemos que continuar, si hay un camino —dijo Frodo
suspirando. Sam tenía de nuevo un aire lúgubre.
—Hay un camino que podemos probar —dijo Gandalf—. Desde el
comienzo, cuando consideré por vez primera este viaje, pensé que valía la pena
intentarlo. Pero no es un camino agradable y no os dije nada. Aragorn no estaba
de acuerdo, al menos no hasta que intentáramos cruzar las montañas.
—Si es un camino peor que el de la Puerta del Cuerno Rojo, tiene que ser
realmente malo —dijo Merry—. Pero será mejor que nos hables y nos
enteremos en seguida de lo peor.
—El camino de que hablo conduce a las Minas de Moria —dijo Gandalf.
Sólo Gimli alzó la cabeza, con un fuego de brasas en la mirada. Todos los
demás sintieron miedo de pronto. Aun para los hobbits era una leyenda que
evocaba un oscuro terror.
—El camino puede llevar a Moria, ¿pero cómo podríamos saber si nos sacará
de Moria? —dijo Aragorn, sombrío.
—Es un nombre de malos augurios —dijo Boromir—. Y no veo la necesidad