Page 332 - El Señor de los Anillos
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alguna vez había bordeado el camino a través del valle anegado. Pero muy
pegados al risco, altos y fuertes, había dos árboles, más grandes que cualquier
otro acebo que Frodo hubiera visto o imaginado. Las grandes raíces se extendían
desde la muralla hasta el agua. Vistos desde el pie de aquellas elevaciones, aún
lejos de la escalera habían parecido meros arbustos, pero ahora se alzaban
dominantes, tiesos, oscuros y silenciosos, proyectando en el suelo unas apretadas
sombras nocturnas, irguiéndose como columnas que guardaban el término del
camino.
—¡Bueno, aquí estamos al fin! —dijo Gandalf—. Aquí concluye el Camino
de los Elfos que viene de Acebeda. El acebo era el signo de las gentes de este
país y los plantaron aquí para señalar los límites del dominio, pues la Puerta del
Oeste era utilizada para traficar con los Señores de Moria. Eran aquellos días más
felices, cuando había a veces una estrecha amistad entre gentes de distintas razas,
aun entre enanos y elfos.
—El debilitamiento de esa amistad no fue culpa de los enanos —dijo Gimli.
—Nunca oí decir que la culpa fuera de los elfos —dijo Legolas.
—Yo oí las dos cosas —dijo Gandalf—, y no tomaré partido ahora. Pero os
ruego a los dos, Legolas y Gimli, que al menos seáis amigos y que me ayudéis.
Las puertas están cerradas y ocultas y cuanto más pronto las encontremos mejor.
¡La noche se acerca!
Volviéndose hacia los otros continuó:
—Mientras yo busco, ¿queréis todos vosotros prepararos para entrar en las
Minas? Pues temo que aquí tengamos que despedirnos de nuestra buena bestia de
carga. Tendremos que abandonar también mucho de lo que trajimos para
protegernos del frío; no lo necesitaremos adentro, ni, espero, cuando salgamos
del otro lado y bajemos hacia el sur. En cambio cada uno de nosotros tomará una
parte de lo que trae el poney, especialmente comida y los odres de agua.
—¡Pero no podemos dejar al pobre Bill en este sitio desolado, señor Gandalf!
—gritó Sam, irritado y desesperado a la vez—. No lo permitiré y punto. ¡Después
que ha venido tan lejos y todo lo demás!
—Lo lamento, Sam —dijo el mago—. Pero cuando la puerta se abra, no creo
que seas capaz de arrastrar a tu Bill al interior, a la larga y tenebrosa Moria.
Tendrás que elegir entre Bill y tu amo.
—Bill seguiría al señor Frodo a un antro de dragones, si yo lo llevara —
protestó Sam—. Sería casi un asesinato dejarlo aquí solo con todos esos lobos
alrededor.
—Espero que sea casi un asesinato y nada más —dijo Gandalf. Puso la mano
sobre la cabeza del poney y habló en voz baja—. Ve con palabras de protección
y cuidado. Eres una bestia inteligente y has aprendido mucho en Rivendel. Busca
los caminos donde haya pasto y llega a casa de Elrond, o a donde quieras ir.
» ¡Ya está, Sam! Tendrá tantas posibilidades como nosotros de escapar a los