Page 31 - III Concurso Literario
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CATEGORÍA: 5
                  DISTINCIÓN: 1° Premio
                  CUENTO: El subte sin terminal
                  SEUDÓNIMO: 0.2999
                  AUTORA: Santiago Berlingeri
                  GRADO: 5º B


                                                   El subte sin terminal


                  Había  una  vez  un  conductor  de  subte  llamado  Orlando,  que  llevaba  muchos  años
                  conduciendo un tren subterráneo. Más de 30 años desde Leandro N. Alem a Rosas. En la
                  mañana del 29 de febrero del año 2999, al subir a su máquina, sospechó que algo distinto
                  iba a pasar…sentía un ruido extraño, una niebla que cubría los túneles y hacia el fondo
                  había luces que cambiaban de color.

                  Al comenzar su recorrido hacia la estación inicial, notó que no había pasajeros esperando.
                  Eran las 9:29 de la mañana del 29/2/2999. Esto era imposible, a esa hora siempre había
                  mucha gente…era la hora donde el subte se llenaba, pero volvió a mirar y no había nadie
                  en la estación. Al querer frenar y abrir las puertas, el tren no obedeció, una voz desde el
                  tablero le indicó:…”es hora de pasear”,  “es hora de arrancar”. Segundos después el tren
                  cerró solo sus puertas y comenzó a tomar velocidad hasta llegar a los 299 km por hora.
                  Orlando veía pasar las estaciones y no veía gente. Ya asustado y sudando pensaba que
                  al  llegar  a  la  terminal  se  estrellaría.  Pasó  Florida,  Carlos  Pellegrini,  Uruguay,  Callao,
                  Pasteur, Pueyrredón,  Carlos Gardel….y  la  velocidad seguía  en 299  km  por  hora, a  los
                  pocos  minutos  Orlando  estaba  ya  casi  a  punto  de  desmayarse,  pensó  en  el  final  del
                  recorrido y un gran choque que terminaría con su vida…faltaban tan solo 100 metros y al
                  ver las luces rojas del final del recorrido cerró sus ojos y comenzó a rezar.
                  Una gran explosión musical y un profundo color azul llenaron su vagón. Al mirar hacia la
                  ventana notó que estaba volando, así pudo ver distintos lugares de la ciudad, Chacarita,
                  Palermo, Almagro, el Museo de Ciencias Naturales, el Colegio New Model , el Obelisco y
                  siguió  rumbo  al  río,  tomando  cada  vez  más  velocidad  y  altura.  Su  tren  subterráneo
                  transformado en un avión con vagones se perdió en las alturas rumbo al universo. Cruzó
                  la atmósfera y allí de manera automática cayeron unas máscaras y el tren volvió a decirle
                  por  el  parlante  del  tablero:  “Pronto  habrá  poco  oxígeno,  Orlando  ponete  la  máscara”.
                  Orlando, que ya no podía creer lo que le pasaba, se puso la máscara mientras seguía
                  contemplando el paisaje por su pequeña ventana.

                  Horas después ya veía el contorno de la tierra, sus océanos y los distintos continentes.
                  Pudo  ver  satélites  y  distintos  aparatos  que  le  resultaban  muy  extraños,  nunca  había
                  volado en avión, ni salido de Buenos Aires, su corazón palpitaba a un ritmo de locos y
                  pronto comenzó a marearse hasta que se desmayó.

                  A las pocas horas volvió en sí, escuchando como el parlante de tu tablero le indicaba que
                  se  tomara  fuerte  de  su  asiento  ya  que  estaban  próximos  a  llegar  al  primer  destino,
                  estación Marte.

                  Casi  sin pensarlo,  tomó  su  cinturón  lo  ató  al  asiento y  luego  se  lo  abrochó  con  mucha
                  fuerza. La voz le indicó que en minutos estaría en estación central de subterráneos de
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