Page 32 - III Concurso Literario
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Marte, y que tenía que aguardar instrucciones. Sin opciones y con mucho miedo se tomó
fuerte del comando y comenzó a ver el planeta rojo que se acercaba, a los pocos minutos
pudo ver edificios de forma triangulares, octogonales y circulares. Bajaba cada vez más
hasta que pudo divisar un túnel triangular y vías que ingresaban al túnel. El tren se alineó
y encarriló en las vías ingresando de manera perfecta.
Ya rodando por las vías pudo divisar una gran estación, no podía creer lo que veía, en la
estación había marcianos, sus cuerpos eran chicos, sus brazos largos y en la cabeza
llevaban una antena.
Al llegar a la estación, el subte se paró, abrió sus puertas y los marcianos comenzaron a
subir. Todos los marcianos tenían ropa amarilla y uno solo estaba con ropa negra y el
número 2999 en su pecho. Orlando al ver ingresar a los marcianos quiso salir del subte,
pero el marciano negro, lo miró y le indicó que se siente en el asiento del conductor.
Enseguida le ofreció 3 pastillas. Una decía Agua en inglés, otra Puré con milanesa y la
última Flan con dulce. Era increíble pero al masticarlas sentía los sabores y gustos de las
comidas que acostumbraba a comer. Luego del almuerzo el marciano negro le indicó que
comenzarían un viaje nuevamente. La voz del tablero le dijo, “programando la salida, 10 9
8 7 6 5 4 3 2 1 Fiuuuuuuuuuuuuu”. El subte tomó velocidad, volvió a volar y pudo ver los
distintos edificios vecinos a la gran estación marciana.
A los pocos minutos el subte volaba a gran velocidad, el Marciano negro sentado a su
lado contemplaba el paisaje en silencio. El resto de los vagones, con los pasajeros
perfectamente sentados y en silencio.
Veinticuatro horas después y luego de dormir un rato, por el gran cansancio que todo esto
implicaba comenzó a ver el contorno de la tierra, pudo ver Sudamérica y Norteamérica
cada vez más cerca.
Ya casi a pocos minutos de entrar en órbita de la tierra, volvió a oír una indicación del
tablero. “Orlando estamos llegando a tierra, prepararse para el “atrenrizaje” en ciudad de
Orlando USA”.
Orlando comenzó a reír, jamás había oído hablar de una ciudad con ese nombre, pero ya
nada le extrañaba. Al reír, el marciano negro lo miró y le bajó la cabeza como diciendo
que lo estaba haciendo muy bien.
Ya a segundos de “atrenrizar” en Orlando pudo ver una gran cantidad de gente reunida en
un terreno desierto, su tren se encarriló y paró frente a una gran carpa en donde un cartel
decía: “Reunión Universal HUMANO MARCIANA”. En donde participaban los mayores
jefes de estado humanos y reyes Marcianos. El presidente de la NASA se dirigió a
Orlando y le explicó que era una reunión secreta, que había sido elegido por su
experiencia y por su honestidad, sabiendo que iba a poder guardar el secreto de esta
reunión que serviría para unir a Marte y La Tierra para intercambiar trabajos para el
cuidado del universo. Ya que se acercaba el año 3000 y las cuestiones de cuidado de los
planetas se habían puesto complicadas.
Bajo juramento de no contar nada, Orlando fue condecorado en la Ciudad de Orlando con
la medalla a conductor más valiente de subte.
Poco después fue acompañado hasta el aeropuerto para volver a Buenos Aires. Él,
intrigado, preguntó: “¿Y mi subte?, ¿Y quién los llevará de vuelta a mis amigos los
marcianos?. El Jefe de la NASA le indicó que ellos volverían solos y pronto encontraría tu
tren en la estación Alem.