Page 47 - III Concurso Literario
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Francesca y se puso un poco blanca otra vez.
Pero entre gente que la miraba inexpresiva, vio que estaba Kevin que le sonreía y la
saludaba con la mano. Eso la animó y contó su cuento:
-Resulta que Jaimito va al médico y le dice al doctor: “doctor, doctor, me siento mal” y el
doctor le dice: “bueno, entonces, siéntese mejor”.
El chiste era muy tonto, pero Francesca lo contó con tanta gracia que todos estallaron de
la risa. Incluso Bing y Bong, cuando aparecieron detrás de la bruma, lloraban de la risa.
-¡Jijiji!
-¡Jojojo!
Francesca había superado la segunda prueba, y como le pasó con la primera, un nuevo
color apareció en ella: sus ojos habían recuperado su bello tono color miel.
La tercera y última prueba era la más difícil: volver a amar como Francesca había
aprendido a amar a su perro.
-Fran, esta es la última prueba. Tenés que decirle a alguien más que lo amás y si lo decís
con el corazón, el portal se abrirá y podrás volver a tu casa con tus amigos- le dijo Bing,
esta vez sin reír.
La cara de Kevin apareció tras la bruma pero en vez de su gran sonrisa, lo vio que estaba
muy serio.
-¿Qué te pasa Kevin?, ¿Estás bien?- le preguntó Francesca sintiéndose triste otra vez.
-No, sí…es que escuché que es la última prueba y que si la pasás, te vas a ir de nuevo a
tu mundo y te vas a olvidar de mí.
Antes de que Kevin pudiese terminar la oración, Francesca le dio un beso en los labios.
-Te amo, Kevin. Y espero verte en el club, una vez que vuelva al mundo real y que todo
esto no haya sido solo una ilusión- llegó a decirle Francesca antes de que la bruma
volviera a cubrir todo y, nuevamente, como despertando de un largo sueño, apareciera en
la esquina de su barrio, mirando la ventana del taxi abandonado.
Cuando reaccionó, se fue corriendo a su casa y vio a su mamá y a su papá, que entraban
justo en ese momento. Los abrazó fuerte y los padres se sorprendieron un poco por el
abrazo prolongado. Ellos la habían visto hacía un rato pero para ella parecía que pasado
una eternidad. Cuando volvió a su cuarto y se miró al espejo, la sorpresa fue total: algo
inexplicable había sucedido con el tiempo. Estaba segura de que cuando salió esa
mañana a leer tenía once, y sin embargo, mirándose al espejo parecía mucho más
grande. Prendió su celular, miró el calendario y vio que era el mismo día… ¡pero dos años
adelante! Francesca ahora tenía trece años. Pronto los recuerdos volvieron a la memoria
y entendió todo lo que había pasado.
Justo en ese momento sonó su teléfono. Era Kevin, su novio, que la invitaba a tomar un
helado.