Page 13 - Convivencia ética y educación
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Conclusión 139
—¿A dónde vas?
—¿Qué? Me voy. Ya pasó la tormenta. Ha salido el sol,
estoy regresando.
—No, no nos podemos ir ahora. Antes, tenemos que salir,
recoger leña y colocarla dentro de la cabaña. Tenemos tam-
Muestra gratuita
bién que encontrar algo de comida, alguna fruta, y dejarla
allí secándose; de otro modo el próximo que venga aquí en
medio de una tormenta morirá.
¿Imaginas qué habría pasado si hubieran hecho con no-
sotros lo mismo que estás haciendo tú? Si alguien hubiera
pensado que, una vez resuelto el problema, con la madera y
la comida, ya podía irse, nosotros habríamos muerto.
Estoy narrando la escena como la recuerdo, no es una
descripción fidedigna de los diálogos. Pero este pasaje nos
ayuda a reflexionar.
Es preciso no perder de vista la siguiente cuestión:
! cuando nosotros nos vayamos, ¿qué vamos a dejar?
¿Cómo lo vamos a dejar? ¿Qué generaciones vamos a
dejar? ¿Cómo nos educamos recíprocamente para ello?
Es necesario que nosotros, educadores y educadoras, dentro
de las escuelas, de las organizaciones no gubernamentales, de
las entidades de apoyo, de las empresas, de la familia, tenga-
mos ideas para sustentar el mundo y las futuras generaciones.
Es esto lo que tú y yo tenemos que hacer por nuestra decen-
cia, aquello que es bello, aquello que engrandece, que eleva la
vida, aquello que no acaba y que, por lo tanto, confiere dignidad
a nuestra historia. Entonces, llegados a ese punto, podremos
partir en paz. Pero con la certeza de saber que dejamos una vida
sustentada para aquellos que quieren, como nosotros, disfrutar
de la vida, reverenciarla, aprovecharla en su condición máxima.
Esto es decencia. Esto sustenta nuestra dignidad. Esto es ética.
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