Page 8 - Convivencia ética y educación
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16  Convivencia, ética y educación

               del hambre, nadie estará libre del hambre. Si alguien no está
               libre de la violencia, nadie estará libre de la violencia. Insisto
               en que ser humano es serlo junto a los demás. Si un niño
               no está libre de la falta de escuela, nadie estará libre de la
               falta de escuela. Si una mujer no está libre de la agresión,
                  Muestra gratuita
               del machismo, de la violencia contra las mujeres, nadie será
               libre. Estoy trabajando la idea de libertad en su doble senti-
               do: “libre de” y “libre para”.
                 Esto nos remite al concepto de Karl Marx (1818-1883),
               cuando mencionaba los dos reinos posibles: el de la nece-
               sidad y el de la libertad. ¿Cuál es el reino de la necesidad?
               Quien tiene que comer esta noche a cualquier precio va a
               hacer todos los esfuerzos posibles para ello y estará en el
               reino de la necesidad. No está libre del hambre, no está libre
               de la falta de empleo, no está libre de la falta de vivienda.
               Tan solo es “libre para” quien está “libre de”.
                 Yo, Cortella, soy libre para leer, para viajar, para pensar,
               porque estoy libre de la ausencia de escolaridad, de la au-
               sencia de condiciones de vivienda, de la ausencia de convi-
               vencia. Cuando se está en el reino de la necesidad, hay mu-
               chas dificultades para adentrarse en el reino de la libertad.
                 El sueño ético de Karl Marx era que, colectivamente, con
               todo lo que tenemos como capacidad humana, con la tec-
               nología existente en el siglo xix, usando máquinas, como se
               diría en la época, seríamos todos libres del reino de la ne-
               cesidad e iríamos hacia el reino de la libertad. Es más, Marx
               decía una cosa bellísima: que habría un momento (que él
               imaginó que sería ahora en el siglo xxi) en el que podríamos
               trabajar apenas cuatro horas al día y, el tiempo restante, pes-
               car, jugar con los hijos, oír música.
                 Cuando conseguimos librarnos de la necesidad, la idea
               del “libre para” sucede. Por ejemplo, tenemos constitucio-

                                                        © narcea s. a. de ediciones






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