Page 3 - Un camino monástico en la ciudad
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                                         De Jerusalén                                                                                               Prefacio
               11. En el corazón de las ciudades ............................................117
               12. En el corazón del mundo .................................................125

               13. En la Iglesia ....................................................................133
                      Muestra gratuita
               14. Jerusalén ....................................................................... 145
               15. Gozo ..............................................................................157


               Presentación de las Fraternidades Monásticas
               y Laicas de Jerusalén ............................................................ 161
                                                                                                    “El reino de Dios está cerca”, está en las ciudades, en los desiertos
                                                                                                    de las ciudades, en el corazón de las masas. Esto es lo que anuncian las
                                                                                                    Fraternidades Monásticas de Jerusalén, fundadas el día de Todos los
                                                                                                    Santos de 1975 por Pierre-Marie Delfieux tras haber vivido la expe-
                                                                                                    riencia de ser capellán de estudiantes en París, en el ambiente contes-
                                                                                                    tatario que se originó en torno a Mayo del 68.
                                                                                                       Se podría imaginar que su sueño monástico fuera una reacción a
                                                                                                    un cierto horizontalismo posconciliar que reducía el Reino de Dios a
                                                                                                    un horizonte terrestre. Pero este hombre, infatigable buscador del ab-
                                                                                                    soluto, era demasiado inteligente para caer en la trampa. Autorizado
                                                                                                    por su obispo, el cardenal Marty, llevó a cabo un retiro de dos años en
                                                                                                    el desierto, donde encontró la confirmación de Dios en su inspiración
                                                                                                    de dar a luz una nueva familia espiritual en medio de una rica flora-
                                                                                                    ción de carismas provenientes del Concilio Ecuménico Vaticano II.
                                                                                                       Echar un vistazo al Libro de Vida de Jerusalén da una buena idea del
                                                                                                    impulso y del soplo que habita esta nueva familia monástica. En princi-
                                                                                                    pio, este “trazado espiritual” no es la expresión de una experiencia per-
                                                                                                    sonal, sino más bien una pequeña suma de la gran tradición monástica
                                                                                                    expresada en la misma palabra de Dios y su eco en los Padres de la Igle-
                                                                                                    sia de Oriente y de Occidente. El lenguaje es simple, íntimo, sin maqui-
                                                                                                    llajes ni rigidez; interpela a la conciencia e invita insistentemente a la
                                                                                                    santidad bajo el signo de la fraternidad, de la gratuidad, de la alabanza y
                                                                                                    del amor absoluto.

                 6                                                © narcea, s. a. de ediciones
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