Page 9 - Al final del silencio
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No se trata de fabricar la experiencia espiritual. No fa-
briques al otro, al Amigo, a Dios. No fabriques sus palabras
sino, más bien, acoge su silencio. No fabriques tu entrada
en su temporalidad, en su tiempo, sino deja que ella entre
en ti. No te dejes a ti mismo para unirte al Amigo; sitúate
más bien simplemente allí, él está allí, y os acogéis uno al
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otro, el uno al Amigo. Al final del silencio, solo hay silencio.
Y luego nada.
Sin embargo, vendrá el momento en el que dejarás este
dialogo de silencios. Después de diez minutos, media hora,
una hora o más dependiendo de tu disponibilidad y según
tu temperamento; pero no hay que batir ningún récord, ni
cumplir objetivos, ni revisar elementos. Solo existe tu total
libertad.
Al salir de esta oración (meditación), puede que sientas
el corazón agrandado y más ligero o puede que no. Eso no
tiene ninguna importancia. No vas a transformar este diá-
logo en método, ya sea un método de relajación, de pacifi-
cación, de reconciliación o de realización. ¡Sería un insulto!
Porque estos momentos de silencio escapan a cualquier
noción de interés o provecho. Y si un día el silencio se
vuelve total, si el Amigo parece haber desertado de estas
conversaciones sin palabras, no has fracasado.
Aprende a aceptar que a Él le gusta estar completa-
mente callado contigo. El silencio del Otro no es doloroso
cuando es el de un amigo. No es ausencia sino presencia
aumentada. Porque creo que dos amigos están más cerca-
nos cuando callan que cuando hablan.
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