Page 4 - Al final del silencio
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como una conversación, un intercambio, una presencia?
                 Las palabras se me escapan, pero la realidad se impone:
                 cree que esas palabras insensatas que acabas de leer están
                 llenas de sentido. Permítete escuchar ese silencio, sabo-
                 rearlo. No luches contra él, mímalo. No busques otra cosa,
                 más bien dale la bienvenida.
                  Muestra gratuita
                   Al principio, posiblemente durante unos meses o inclu-
                 so años, no podrás resolver este problema. Podrás encon-
                 trar algo al final del silencio, pero te obstinarás en exigir
                 algo más.
                   Eso no es grave, solo que retardará un poco el feliz día
                 en que consentirás en entrar realmente en el silencio, aco-
                 giéndolo tal como es. Entonces empezarás a gustar su dul-
                 ce sabor. Estabas buscando el mediodía a las dos de la tar-
                 de; aún no habías comprendido que ya habías llegado.
                   Si tenemos tantos problemas para no buscar en otra
                 parte, es porque ya hemos llegado, ya estamos desnudos,
                 sin defensas. El silencio desarma todas nuestras proteccio-
                 nes, nos enfrenta a nosotros mismos. No hay trampa posi-
                 ble para quien hace ruido y rompe el silencio.
                   Este silencio exige que estemos en paz con nosotros
                 mismos para que podamos acogerle. Lo que supone per-
                 donar todo, aceptarse como uno es, tan miserable, para
                 habitar el silencio, para morar allí, para encontrar alegría y
                 gustar su sabor.
                   Damos por supuesto que al principio habrá gritos de
                 angustia, miedo a encontrarse expuesto de esa manera,
                 tan vulnerable. Tendremos entonces la tentación a huir a
                 toda prisa para encontrarnos con la barahúnda de nues-
                 tros pensamientos, de nuestro imaginario, para encontrar
                 el ruido que cubre nuestra fragilidad. En resumen, para vi-
                 vir al abrigo de imágenes y palabras, en vez de descubrir
                 lo íntimo.

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