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propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus con júbilo perpetuo,
ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que que se regocijen contigo
nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, los que aman tu nombre.
en pleno día. Que tú, Señor, bendices al inocente,
David dijo a Natán: lo cubres y lo rodeas
–¡He pecado contra el Señor! con el escudo de tu bondad.
Natán le respondió: Sal 5
–El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero por haber ELLA: ¡Escuchen, que llega mi amado
despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido saltando sobre los montes,
morirá. brincando por los collados!
Natán marchó a su casa. Es mi amado como un gamo,
El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y es mi amado un cervatillo.
cayó gravemente enfermo. Miren: se ha parado detrás de la pared,
2 Sm 12, 1-15 se asoma por las ventanas,
Género sapiencial mira por las rejas.
Habla mi amado y me dice:
El hijo sensato acepta la corrección paterna, ÉL: ¡Levántate, amada mía,
el insolente no escucha la reprensión. hermosa mía, ven a mí!
De lo que uno habla comerá, Porque ha pasado el invierno,
los traidores hambrean violencia. las lluvias han cesado y se han ido,
Quien guarda su boca, custodia su vida; brotan flores en la vega,
quien suelta los labios, marcha a la ruina. llega el tiempo de la poda,
El holgazán desea mucho y no obtiene nada, el arrullo de la tórtola
el diligente sacia su apetito. se deja oír en los campos;
El honrado aborrece la mentira, apuntan los frutos en la higuera,
el malvado se hace odioso y se infama. la viña en flor difunde perfume.
La honradez custodia al hombre íntegro, ¡Levántate, amada mía,
la maldad trastorna al pecador. hermosa mía, ven a mí!
Prov 13, 1-6 Paloma mía que anidas
en los huecos de la peña,
Son unos desgraciados, ponen su esperanza en seres inertes, en las grietas del barranco,
los que llamaron dioses a las obras de sus manos humanas, déjame ver tu figura,
al oro y la plata labrados con arte y a figuras de animales, déjame escuchar tu voz,
o a una piedra inservible, obra de mano antigua. porque es muy dulce tu voz
Sab 13,10 y es hermosa tu figura.
Género poético Agarren las zorras,
las zorras pequeñitas,
Escucha mis palabras, Señor, percibe mi susurro, que destrozan nuestras viñas,
haz caso de mis gritos de socorro, nuestras viñas florecidas.
¡Dios mío y Rey mío! ELLA: ¡Mi amado es mío y yo soy suya,
A ti te suplico, Señor: del pastor de azucenas!
por la mañana oye mi voz; Mientras sopla la brisa
por la mañana te expongo mi causa y las sombras se alargan,
y quedo aguardando... retorna, amado mío,
Pues tú no eres un Dios que quiera el mal imita al cervatillo por montes y quebradas.
ni el malvado es tu huésped Cant 2, 8-17
ni se mantendrán los arrogantes ante ti.
Detestas a los malhechores, Género alegórico o mítico
destruyes a los mentirosos; Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
a sanguinarios y embusteros La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y
los aborrece el Señor. el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.
Yo, en cambio, por tu gran bondad, Dijo Dios:
puedo entrar en tu casa –Que exista la luz.
y postrarme hacia tu santuario Y la luz existió.
con reverencia. Vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de la tiniebla: llamó
Por tu justicia guíame, Señor, Dios a la luz «día», y a la tiniebla «noche».
en respuesta a mis detractores; Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
allana ante mí tu camino. Gn 1, 1-5
Que en su boca no hay sinceridad, El Señor Dios se dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a
su mente es una sima, hacerle una ayuda que esté a su lado».
su garganta es un sepulcro abierto Entonces el Señor Dios echó sobre el hombre un letargo, y el hombre
y halagan con la lengua. se durmió. Le sacó una costilla y creció carne desde dentro.
Condénalos, oh Dios, que fracasen sus planes: De la costilla que le había sacado al hombre, el Señor Dios formó
por sus muchos crímenes, expúlsalos, una mujer y se la presentó al hombre.
que se rebelan contra ti. Gn 2, 18.21-22
Que se alegren los que se acogen a ti
z Unidad 2, pág. 27

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