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Quien ame a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; Por el contrario el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
quien ame a su hijo o a su hija más que a mí no es digno amabilidad, bondad, fidelidad.
de mí. Quien no tome su cruz para seguirme no es digno de mí. Quien Gal 5, 22
se aferre a la vida la perderá, quien la pierda por mí la conservará.
Mt 10, 37-39
z Unidad 6, pág. 93, act. 13
Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó
tranquilamente junto al pozo. Era mediodía. La primera comunidad cristiana
Jn 4, 6
Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y empezó a sentir estupor Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común; vendían
y angustia. Les dice: bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno.
–Siento una tristeza mortal; quédense aquí velando. A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían
Mc 14, 33-34 el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera. Alababan
a Dios y todo el mundo los estimaba. El Señor iba incorporando a la
Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo, sino comunidad a cuantos se iban salvando.
el Padre, nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo
decida revelárselo. Hch 2, 44-47
Mt 11, 27
z Unidad 6, pág. 95, act. 14
z Unidad 6, pág. 91, act. 7
Bautismo de Jesús
El Espíritu de Dios Por entonces fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan
para que lo bautizara. Juan se lo impedía diciendo:
Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló –Soy yo quien necesito que me bautices tú, ¿y tú acudes a mí?
en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. Jesús le respondió:
Gn 2, 7 –Ahora cede, pues de ese modo conviene que realicemos la justicia
plena.
Hasta que se derrame sobre nosotros Ante esto accedió.Jesús se bautizó, salió del agua y al punto se
un aliento de lo alto; abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma
entonces el desierto será un vergel, y se posaba sobre él; se oyó una voz del cielo que decía: Éste es mi
el vergel contará como un bosque. Hijo querido, mi predilecto.
Mt 3, 13-17
Is 32, 15
z Unidad 6, pág. 99, act. eval. 1
El espíritu del Señor
está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido. Homilía sobre la Asunción
Me ha enviado para dar
una buena noticia a los que sufren, por el Papa Papa Francisco
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos «La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y
y a los prisioneros la libertad. alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su
Is 61, 1 plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que
llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha,
como señal de esperanza cierta y de consuelo» (n. 68). A la luz
z Unidad 6, pág. 93, act. 12 de esta imagen bellísima de nuestra Madre, podemos conside-
rar el mensaje que contienen las lecturas bíblicas que hemos
Dones y frutos del Espíritu apenas escuchado. Podemos con- centrarnos en tres palabras
clave: lucha, resurrección, esperanza.El pasaje del Apocalipsis
Usemos los dones diversos que poseemos según la gracia que nos
han concedido: por ejemplo, la profecía regulada por la fe, el servicio, presenta la visión de la lucha entre la mujer y el dragón. La fi-
para administrar; la enseñanza, para enseñar; el que exhorta, ex- gura de la mujer, que representa a la Iglesia, aparece por una
hortando; el que reparte, con generosidad; el que preside, con di- parte gloriosa, triunfante, y por otra con dolores. Así es en
ligencia; el que alivia, de buen humor. El amor sea sin fingir: detestando efecto la Iglesia: si en el Cielo ya participa de la gloria de su
el mal y adheridos al bien. El amor fraterno sea afectuoso, estimando
Señor, en la historia vive continuamente las pruebas y desafíos
en más a los otros. Con celo incansable y fervor de espíritu servid
al Señor. Alégrense con la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento, que comporta el conflicto entre Dios y el maligno, el enemigo
persistentes en la oración; solidarios de los consagrados en sus ne- de siempre. En esta lucha que los discípulos de Jesús han de
cesidades, practicando la hospitalidad. Bendigan a los que los per- sostener – todos nosotros, todos los discípulos de Jesús de-
siguen, bendigan y no maldigan. Con los alegres, alégrense; con los bemos sostener esta lucha –, María no les deja solos; la Madre
que lloran, lloren. Vivan en mutua concordia. No aspiren a grandezas, de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros”.
atraídos más bien por lo humilde. No los tengan por sabios. A nadie
devuelvan mal por mal, propongan hacer el bien que todos aprueban.
En lo posible, de su parte, tengan paz con todos.
Rom 12, 6-18 z Unidad 7, pág. 109, act. 15
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