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                    Le traían niños para que los tocase, y los discípulos los repren dían.  La conversión de Pablo
                    Jesús al verlo, se enfadó y dijo:
                    –Dejen que los niños se acerquen a mí; no se lo impidan, porque el  Saulo, respirando amenazas contra los discípulos del Señor, se pre-
                    reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Se los aseguro,  sentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Da-
                                                                             masco, autorizándolo para llevar presos a Jerusalén a cuantos se-
                    quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Los  cuaces del Camino encontrase, hombres y mujeres. Iba de camino,
                    acariciaba y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
                                                                             ya cerca de Damasco, cuando de repente lo deslumbró una luz ce-
                                                            Mc 10, 13-16     leste. Cayó en tierra y oyó una voz que le decía:
                    Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De re-  –Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
                    pente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó  Contestó:
                    toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego,  –¿Quién eres, Señor?
                    repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de  Le dijo:
                    Espíritu y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu  –Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora
                    Santo les permitía expresarse.                           levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo
                    Residían entonces en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todos  que has de hacer.
                    los países del mundo. Al oírse el ruido, se reunió una multitud, y  Los acompañantes se detuvieron mudos,
                    estaban espantados porque cada uno oía a los apóstoles hablando  pues oían la voz y no veían a nadie. Saulo
                    en su propio idioma. Fuera de sí por el asombro, comentaban:  se alzó del suelo y, al abrir los ojos, no veía. De la mano lo hicieron
                    –¿No son todos los que hablan galileos? ¿Pues cómo los oímos  entrar en Damasco, donde estuvo tres días, ciego, sin comer ni be-
                                                                             ber.
                    cada uno en nuestra lengua nativa? Partos y Medos y Elamitas, ha-  Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. En una visión le
                    bitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia  dijo el Señor:
                    y Panfilia, Egipto y los distritos de Libia junto a Cirene, romanos re-  –¡Ananías!
                    sidentes, judíos y prosélitos, cretenses y árabes: todos los oímos  Respondió:
                    contar, en nuestras lenguas, las maravillas de Dios.     –Aquí me tienes, Señor.
                    Fuera de sí y perplejos, comentaban:                     Y el Señor a él:
                    –¿Qué significa esto?                                    –Encamínate a la Calle Mayor y pregunta en casa de Judas por un
                    Otros se burlaban diciendo:                              tal Saulo de Tarso: lo encontrarás orando.
                    –Están bebidos.                                          (En una visión Saulo contemplaba a un tal Ananías que entraba y le
                                                              Hch 2, 1-13
                                                                             imponía las manos para que recobrase la vista). Ananías respondió:
                    Cuando abrió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio de media  –Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y contar todo el
                    hora.                                                    daño que ha hecho a los consagrados de Jerusalén. Ahora está au-
                                                                 Ap 8, 1     torizado por los sumos sacerdotes para arrestar a los que invocan
                                                                             tu nombre.
                                              z Unidad 3, pág. 53, act. eval. 3  Le contestó el Señor:
                                                                             –Ve, que ése es mi instrumento elegido para difundir mi nombre
                    Las primeras comunidades cristianas                      entre paganos, reyes e israelitas. Yo le mostraré lo que tiene que
                                                                             sufrir por mi nombre.
                    Eran asiduos en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la so-  Salió Ananías, entró en la casa y le impuso las manos diciendo:
                    lidaridad, la fracción del pan y las oraciones. Ante los prodigios y se-  –Saulo, hermano, me envía el Señor Jesús, el que se te apareció
                    ñales que hacían los apóstoles, un sentido de reverencia se apoderó  cuando venías por el camino, para que recobres la vista y te llenes
                    de todos. Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en  de Espíritu Santo.
                    común; vendían bienes y posesiones y las repartían según la nece-  Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas, recobró
                    sidad de cada uno. A diario acudían fielmente y unánimes al templo;  la vista, se alzó, se bautizó, comió y recobró las fuerzas. Y se quedó
                    en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sen-  unos días con los discípulos de Damasco. Muy pronto se puso a
                    cillez sincera. Alababan a Dios y todo el mundo los estimaba. El  proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios. Todos
                    Señor iba incorporando a la comunidad a cuantos se iban salvan-  los oyentes comentaban asombrados:
                    do.                                                      –¿No es éste el que se ensañaba en Jerusalén contra los que invocan
                                                             Hch 2, 42-47    dicho nombre y ha venido acá para llevárselos presos a los sumos
                                                                             sacerdotes?
                    La multitud de los creyentes tenía un alma y un corazón. No llamaban  Pero Saulo iba ganando fuerza y confundía a los judíos que vivían
                    propia a ninguna de sus posesiones, antes lo tenían todo en común.  en Damasco, afirmando que Jesús era el Mesías. Pasados bastantes
                    Con gran energía daban testimonio de la resurrección del Señor  días los judíos decidieron eliminarlo; pero Pablo se enteró de su plan.
                    Jesús y eran muy estimados. No había indigentes entre ellos, pues  Y, como custodiaban las puertas de la ciudad día y noche para eli-
                    los que poseían campos o casas los vendían, llevaban el precio de  minarlo, una noche los discípulos lo descolgaron en  cesto muro
                    la venta y lo despositaban a los pies de los apóstoles. A cada uno  abajo.
                    se le repartía según su necesidad.                                                                 Hch 9, 1-25
                                                             Hch 4, 32-35
                                                                                                            z Unidad 4, pág. 61, act. 7
                                                  z Unidad 4, pág. 59, act. 2
                                                                             Himno al amor
                    Prólogo
                                                                             Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo
                    En la primera parte, querido Teófilo, conté todo lo que Jesús hizo y  amor, soy un metal estridente o un platillo estruendoso.
                    enseñó, desde el principio hasta que, después de dar instrucciones  Aunque posea el don de profecía y conozca los misterios todos y la
                    por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue  ciencia entera, aunque tenga una fe como para mover montañas, si
                    llevado al cielo.                                        no tengo amor, no soy nada. Aunque reparta todos mis bienes y en-
                                                              Hch 1, 1-2     tregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

                                                  z Unidad 4, pág. 61, act. 5


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