Page 156 - El Necronomicon
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Hago que tu casa sea vista entre los hombres,
Hago que tus hechizos sean oídos entre los hombres,
Hago que tus perfumes malignos sean olidos entre los hombres,
Desnudo tu perversidad y maldad,
Y hago que tus hechicerías se conviertan en nada!
¡No soy yo, sino NANAKANISURRA,
Señora de Brujas,
Y la Reina del Cielo, ISHTAR,
Quienes te lo ordenan!
Y si estos adoradores y hechiceros todavía os acosan, como
puede ser posible, ya que su poder proviene de las Estrellas -¿y
quién conoce los caminos de las Estrellas?-, debéis invocar a la
Reina de los Misterios, NINDINUGGA, quien seguro que os sal-
vará. Vuestros encantamientos deberán llevar su título, que es
NINDINUGGA NIMSHIMSHARGAL ENLILLARA. Y basta sólo
con pronunciar su nombre en voz alta. Siete veces, y vendrá en
vuestra ayuda.
Y recordad que debéis purificar vuestro templo con ramas de
ciprés y de pino, y ningún espíritu maligno que acose los edificios
morará allí, y ninguna larva procreará allí, tal como hacen en mu-
chos lugares impuros. Las larvas son enormes, tienen el tamaño
de dos hombres, pero se reproducen con sus excreciones e in-
cluso, así se dice, con su aliento, y alcanzan una altura terrible, y
no abandonan al hombre hasta que el Sacerdote o algún mago le
hace a éste un corte con la daga de cobre, pronunciando el nom-
bre de ISHTAR siete veces siete, en voz alta y clara.
La noche ahora está silenciosa. Los aullidos de los lobos se
han apagado y apenas se oyen. ¿Quizá buscaban a otro? No
obstante, ¿lo sienten mis huesos? El signo de XASTUR no ha
abandonado su puesto detrás de mí, y ha crecido, proyectando
una sombra sobre estas páginas mientras escribo. He invocado a
mi Observador, pero alguna Cosa le molesta y no me responde
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