Page 61 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Para nosotros, es posible que el silencio evidencie mucho sobre la psique, para las personas, si acaso leen libros
      de superación personal, tendrán un acceso simple a los silencios  y que significa el tono y el momento, una
      especie de Tarot Psi. Puede parecer hasta vago, pero que bueno que para nosotros no lo es, que bueno que
      Freud se preguntó y tomó en serio a las histéricas (patrimonio del psicoanálisis), que bien que Lacan supo leer
      la  propuesta  Freudiana.  Que  bien  que  no  siguió  la  corriente  cientificista,  que  bien  que  ―el  aguijón  del

      psicoanálisis esta ahí en el lugar del analista, para inyectar ese veneno con toda intensión (incluso hasta cierto
      punto irrisoriamente-malévolo: Tómala cabr@n” [sic. Tappan]).

      Podría decir que existen diferentes tipos de silencios o al menos, formas de expresión, a saber: el silencio de la
      expectativa, silencio del amor, del sentirse defraudado, de la alegría desbordante, silencios de complicidad,
      silencios de los amantes, silencios de verdades incomodas, el silencio del analista, el silencio de la muerte, el

      silencio de las lágrimas, el silencio de la creación, el silencio de Dios, el silencio de la soledad, el silencio de un
      bello  atardecer,  el  silencio  en  la  música,  el  silencio  de  la  poesía,  el  silencio  del  insomnio,  el  silencio  que
      avecina  la  tormenta.  Los  silencios  poéticos,  artísticos,  silencios  que  acarician,  silencios  que  torturan,
      confrontan,  silencios  que  dicen  más  que  mil  palabras.  (Otros  silencios:  ¡tenemos  que  hablar!)  Silencios
      hablantes.


          4.- ¿Qué silencio le interesa al analista?

      ¿Cómo  escribir  del  silencio,  sin  violar  su  estructura?
      ¿Qué  cosas  dice  en  su  aparente  mutismo?  Es  necesario,
      hablar,  hacer  ruido,  ser  humanos,  como  lo  menciona  Fernando
      Savater, la humanidad, se nos da por contagio, por otro humano‖.

      Esta  posible  construcción,  atiende  a  la  clínica  y  teoría
      psicoanalítica,  a  la  travesía  del  propio  análisis.  (Experimentar  el
      veneno  analítico,  su  peste  y  después  de  la  paliza,  agradecer  al
      perpetrador, perdón, agradecer a nuestro analista por provocar el

      espacio propicio del sujeto.)

      El valor del silencio es oro puro, un aliado del analista y sobre todo
      del analizante en sus posicionamientos ante la vida, su dolor, su
      historia, de ello dio cuenta Freud, en su trabajo con las histéricas
      (Estudios  sobre  la  histeria,  vol.  2)  y  la  propuesta  psicoanalítica.

      Sin  silencio  no  hay  conversación,  sin  el  arte  del  silencio  es
      imposible  escuch-arte.  Silencio  que  habla  y  palabra  que  calla,
      como  parte  del  lenguaje.  ¿Acaso  es  posible  que,  el  silencio
      logre un tipo de palabra que se  pluralice?

      No tiene nada que ver, con no tener nada que decir, un silencio que se elige, es un silencio más poderoso, es el

      silencio que quiere hablar y no puede, tal como todos lo hemos pasado. Es como un imperativo superyoica a
      callar. Obedece al cállate, a la orden. El analista, con su sola presencia, interviene con la invitación a hablar, si
      se pretende decir la verdad y queda a medias, entonces hay algo que quedó en el terreno del silencio. Talvez, el
      silencio cobra importancia en tanto pueda conducir a realizar  una pregunta correcta,  adecuada, pertinente,
      exacta, esa que surge en tanto aparece el destello del inconsciente. Esos silencios que se sirven de la vigilia y se
      gritan en sueños, silencios que quiebran la coherencia del discurso, que aparecen en lapsus.


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