Page 62 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Pero también podemos decir, que el silencio, puede dar cuenta de la ineficacia de la palabra (ej., la violencia) el

      que convierte al sujeto en objeto, que elimina al otro, que teme, que no se pronuncia, que imposibilita, que lo
      excluye (el silencio del silencio: ni los veo, ni los oigo).

      También puede ser creativo, en el sentido que mueve, que permite al analizante dar cuenta, mirar desde otro
      lugar su propia existencia, estipularlo como algo significativo, que pueda hablar para sí mismo, escucharse, el
      deseo, de hacerse oír.


      Entonces, el silencio, no significa el fin de la palabra, Jacques Lacan dice que «el silencio no libera al sujeto del
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      lenguaje… [porque] …el callarse permanece cargado de un enigma»  (S. 14. La lógica del fantasma)
      El paciente entonces ha de encontrar en el lugar del análisis, su propia verdad. Y más que hablar del silencio,
      seria necesario, quizá, cuestionarse por la intencionalidad de este, en el sentido que atrapa lo que no se escucha

      por el exceso de palabras. El cuerpo, los ancestros, mundos oníricos, la escritura silenciosa, comienza a salir,
      una voz que nos habita se despliega. Esto no se calla, la voz del inconsciente se re-pite, habla, con su propio
      lenguaje.

      Parece que el silencio, entonces, no existe, es otra manera de decir inconsciente, de decir sujeto. Silencio de
      vida, en tanto espacio analítico que pro-mueva la creatividad del analizante (por decirlo menos) y silencio de

      muerte, en tanto no haya análisis.

      Respecto  a  la  viñeta  citada  al  principio,  y  respecto  de  los  silencios,  que  tan  fuerte  gritaban  en  acciones
      destructivas y finalmente el asesinato, sin que se atendiera lo importante. Si no hay un analista que escuche
      esos silencios, y genere algo en el espacio  analítico, habrá más caso como estos, quizá (temerariamente me

      arriesgo a decirlo).































        9.-“Lacan en el seminario 14. “La lógica del fantasma”, -en la clase del 12 de abril de 1967- retoma la distinción entre “tacere” y “silere” y se
        apoya en la definición del sujeto en relación con el lenguaje. Hay entonces un callar y hay silencio. Callar es el atributo del sujeto, lo mismo
        que la función de la palabra. Cuando la demanda calla la pulsión comienza. De todas maneras, nos dice que la frontera entre tacere y silere es
        una frontera oscura, un enigma. (E. Fernández, 2002)




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