Page 94 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Pero estas le traicionan, ante una aparente actividad neutral, como al chocar dos cuerpos en la enseñanza de la
física, este fenómeno le hace referencia simbólicamente por desplazamiento, al deseo de chocar sus cuerpos
entre sí. Las matemáticas le traicionaron al hacer evidente su deseo. (5)
En el relieve de Gradiva en su aparente función de caminar, se pueden observar recuerdos y representaciones
vinculados a unos sentimientos eróticos reprimidos o adormecidos desde su infancia, que al mismo tiempo, se
revelan y buscan abrirse paso, pero existe un poder, una fuerza que los reprime. Un conflicto que se expresa en
síntomas: sueños y delirios.
El arqueólogo Hanold, en su infancia, compartió actividades en la escuela con la niña Zoe, hija del Profesor
Universitario. Con esta niña tuvo muchas actividades lúdicas y acciones disfrazadas en empujones y
manotazos, sobre el afecto que sentía por ella. Pero hubo una acción que se podría decir le marco, como una
especie de impronta. Fue ahí donde nace su interés por ese curioso caminar, el recuerdo de su compañera de la
infancia. Ese ―Bello caminar‖, con ―La punta del pie tocando el piso al dar el paso‖, podría decirse un fetichismo
nacido en la niñez. Una perturbación anímica que se inicia en una impresión casual de sus vivencias infantiles,
con un rastro erótico que quedan olvidadas, no llegan a la consciencia y quedaron reprimidas. (6)
En la Inconsciencia de este deseo es donde se juega toda la trama y el desarrollo del delirio y los sueños en
Hanold, la imagen de la Gradiva es su representante. No es el delirio de un psicótico, si el de un neurótico que
se cree sus sueños y le atribuye realidad a sus espectros simbolizados.
Más adelante expone que, las fantasías precursora del delirio, llegan a la consciencia toda vez que hay
arreglos con la cesura, mediante alteraciones y desfiguraciones. Luego de consumado el compromiso, los re-
cuerdos se convierten en fantasías.
La situación psicológica resultante despierta y produce sentimientos que sólo se pueden asir con su
representación. El juego que se desarrolla en su interior, es una lucha entre erotismo y fuerzas que lo reprimen,
y lo que resulta de esta lucha se exterioriza en el delirio y en los sueños.
S. Freud propone un determinismo en el ser humano, que en la obra de la Gradiva, se le revela a Hanold
consciente, el otro inconsciente. Sus recuerdos reprimidos infantiles que se esconden tras las imágenes.
Hanold tiene varios sueños, con muchos elementos simbólicos entretejidos que dan cuenta de su deseo
reprimido y su forma incompleta de satisfacerse. El poeta, dice Freud, ha agregado una historia de amor a su
fantasía arqueológica y preparo un desenlace en un cortejo amoroso como algo necesario. ―Mira todo eso
significa que me amas‖, de esta manera, la chica lo libera de su delirio. ―El poeta, (dice Freud), conoce la natu-
raleza del delirio. La perturbación desaparece cuando esta es reconducida a su origen, ―Gradiva‖ que es Zoe
Bergang, y de esta forma opera simultáneamente la curación‖. (7)
Para el caso de la obra de la Gradiva, más que el delirio y los sueños del arqueólogo Hanold, comenta Freud, la
novela escrita, refleja las manifestaciones de deseo del poeta, y son expresadas estéticamente en su obra
literaria. Esto parece confirmarse en otras de las obras de W. Jenssen, que reflejan el mismo problema de vida
amorosa y que resuelve de la misma manera poéticamente satisfactoria. Las obras son: ―El parasol rojo‖, ―En la
casa gótica‖. Los tres relatos con mismo tema, que reflejan la propia vida del escritor, su Infancia. Todos estos
aspectos observa S. Freud al analizar las obras literarias del poeta. Los actores de sus novelas son tratados
como sujetos reales, que considera son fiel reflejo de realidad de su autor.
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