Page 93 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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A pesar de ser sueños y delirios del protagonista de una obra literaria, S. Freud encuentra que en estos, se
encuentran y expresan los mismos elementos y procesos descubiertos en su magna obra: la Interpretación de
los sueños.
S. Freud refiere que en esta obra, “El delirio y los sueños en la Gradiva”, tenía el único propósito de indagar,
con ciertos métodos analíticos, los sueños esparcidos en la novela de la ―Gradiva‖ de Jensen. Pero comenta
que se vio arrastrado a desmembrar la historia y examinar los procesos anímicos de sus dos personajes
principales, Hanold y Zoe. Reconoce que los sueños de Hanold no son sueños reales de una persona, sino
sueños jamás soñados, creados por el poeta y atribuidos a los personajes de su obra. (2)
S. Freud plantea al final de este artículo, “El delirio y los sueños en el Gradiva”, que los sueños, son: “Deseos
figurados como cumplidos, pensamientos oníricos latentes… , para que nazca un sueño se
requiere de la cooperación del deseo, la más de las veces inconsciente. Este último establece la
fuerza pulsional para la formación del sueño, mientras que los restos diurnos le proporcionan
el material”. (3)
En Norbert Hanold se expresa la contradicción, ser cautivado por una mujer imposible, una imagen en bajo
relieve de yeso, y al mismo tiempo aparece indiferente a la mujer posible de carne y hueso que tiene cerca, Zoe.
En el fondo, está el deseo del que parece no darse cuenta, que se esconde, que lo hace actuar, viajar y padecer
sueños y delirios de un deseo reprimido que nació en su infancia. El viaje que realiza a Nápoles y Pompeya,
parece como actividad de lo más normal, el deseo de un arqueólogo. Pero ¿Qué se esconde detrás de ese
actuar?, realmente parecen dos deseos, un deseo de naturaleza científica y otro de índole erótica inconsciente.
Este último, es el que mueve en realidad toda la trama, un deseo reprimido que oculta su naturaleza.
Hanold hace infinitos rodeos para no encontrarse con ese deseo crucial, y que se aparece en detalles que
aparentemente no tendrían ninguna importancia, como los pliegues de un vestido, los pies en una sandalia en
una posición un tanto difícil, de un pie parado en su punta, en la aparente función de caminar, al dar un paso
con gracia en la imagen en bajorelieve de Gradiva. La misma imagen y acción que tendría la chica de apellido
germánico, ―Bergang‖, mujeres de esa familia que tienen ese peculiar andar y que son descendientes de griegos.
En la imagen de la Gradiva, ―La de andar resplandeciente‖ se disfraza ese significado del caminar de los
―Bergang‖. Ese detalle es el que desencadena todo su acontecer, todos sus conocimientos, todos sus intereses se
van al servicio de su deseo, convertido en una fantasía, un sueño y un delirio.
Sobre el delirio, S. Freud dice: ―Es que los síntomas del delirio – tanto fantasías como acciones – son resultado
de un compromiso entre las dos corrientes anímicas, y en un compromiso se toman en cuenta las demandas de
cada una de las partes: y por lo demás cada una de ellas ha debido renunciar a un fragmento de lo que quería
conseguir. Toda vez que se produjo un compromiso, hubo ahí una lucha; en nuestro caso, el conflicto que
hemos supuesto entre el erotismo sofocado y los poderes que lo mantienen en la represión. En verdad cuando
se forma un delirio esta lucha nunca toca a su fin. Ataque y resistencia se renuevan tras cada formación de
compromiso, ninguna de las cuales resulta satisfactoria‖. (4)
S. Freud plantea que lo reprimido, en su retorno, sale a la luz desde lo mismo que fue represor. Pone como
ejemplos, los casos de Felicien Rops, monje que abrazo a mujer voluptuosa en una cruz, para distraer el deseo
de lo que es sexual. Otro ejemplo que apoya esta tesis, el caso de Jean Jacques Rousseau, quien en actividades
docentes con la dama Lascia, realiza tareas inocentes y neutrales como las matemáticas.
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