Page 127 - Libros de Caballerías 1879
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EL CASTILLO DE ARCALAU S

         Arcalaus, que  le oyó, fué muy espantado, e cui-
       dando que traición era de alguno de los suyos, que
       allí había traído sus enemigos, fuyó desnudo a una
       torre e subió consigo el escalera, que andadiza era;
       e no se temía ae los presos, que aquellos a buen re-
       caudo, a su parecer, estaban;  e asomándose a una
       finiestra, vio a  los de las armas de las sierpes an-
       dar por el castillo a gran priesa,  e aunque  los co-
       noció, no osó salir ni bajar a  ellos  ; mas daba vo-
       ces, diciendo a los suyos que les no temiesen, que
       no eran más de tres hombres. Algunos de los su-
       yos,  que  abajo  posaban,  comenzáronse  a armar;
       mas  los tres caballeros, que ya  el muro habían de
       los veladores  delibrado, bajaron luego a  ellos, que
       los oyeron, y en poca de hora los pararon tales, así
       muertos como  heridos, que ninguno  pareció ante
       ellos.
         Los que estaban en la cárcel, que oyeron lo que
       se hacía, dieron voces que los acorriesen. Amadís co-
       noció la voz de su enano, que éste y  la dueña ha-
       bían más temor; e fueron luego para  los sacar, e
       así lo ficieron, que a gran fuerza quebrantaron las
       armellas  e abrieron  la puerta, por donde  salieron,
       e buscando por  las  casas bajas que  al  corral  sa-
       lían, hallaron  los caballos suyos e de sus señores e
       otros de Arcalaus, que dieron  al caballero e a su
       hijo, e un palafrén de la sobrina para la dueña, e
       sacáronlos todos fuera  del  castillo,  e cuando  fue-
       ron a caballo mandó  el Rey poner fuego a las ca-

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