Page 174 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA


           Rompieron después las batallas unas contra otras,
         al son de las trompetas y añafiles y cuando se jun-
         taron, el ruido e las voces fué tan grande que se no
         oían unos a otros, e allí veríades caballos sin seño-
         res, e los caballeros, dellos muertos y dellos feridos,
         e pasaban sobre ellos los que podían. Amadís tomó
        consigo a Gandalín, e con gran saña, viendo que los
        romanos tan bien se defendían, entró lo más recio
        que pudo por el un costado de la haz, e aquellos que
        le seguían, e dio tan grandes golpes del espada, que
        no había hombre que lo viese que mucho no fuese
        espantado; e mucho más lo fueron aquellos que le
         esperaban, que tan gran miedo  les puso, que nin-
         guno  le osaba atender,  antes  se metían  entre  los
        otros, como hace el ganado cuando de los lobos son
        acometidos. Don Cuadragante e los otros caballeros
        que por la otra parte se combatían apretaron tanto
        los contrarios, que  si no fuera porque llegó  la se-
        gunda haz en su socorro, todos fueran destrozados
        e vencidos; mas como  éste llegó, todos fueron re-
        parados e cobraron gran esfuerzo, e por su llegada
        cayeron a tierra de los caballos más de mili de los
        unos e de los otros.
          El Emperador llegó en su gran caballo e como
        era grande de cuerpo, y venía delante de los suyos,
        paresció tan bien a todos los que lo veían, que era ma-
        ravilla, y metió mano a la espada e comenzó a de-
        cir a grandes voces:
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