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AMADÍS DE GAULA
creía que éste había nacido muerto y que el anillo,
por falta de cuidado, era perdido.
Otro hijo de aquel real matrimonio, Gaiaor, aún
muy mancebo, había también desaparecido y, sin que
sus padres supieran de él, se criaba en tierra ex-
traña, en el ejercicio de toda suerte de armas.
Días después de su victoria, pasando el Doncel del
Mar por una sala, vio a Melicia, hija del Rey, niña,
que estaba llorando, y preguntóla qué había. La
niña dijo:
—Señor, perdí un anillo que el Rey me dio a
guardar en tanto que él duerme.
—Pues yo os daré —dijo él— otro tan bueno o
mejor, que le deis.
Entonces sacó de su dedo un anillo e dióselo. Ella
dijo:
—Este es el que yo perdí.
—No es —dijo él.
—Pues es el anillo del mundo que más le parece
—dijo la niña.
—Por esto está mejor —dijo el Doncel del Mar—
que en lugar del otro le daréis.
Y dejándola, se fué a su cámara, e acostóse en un
lecho.
El Rey despertó y demandó a su hija que le diese
el anillo, y ella le dio aquel que tenía ; él lo metió en
su dedo, creyendo que el suyo fuese; mas vio yacer
a un cabo de la cámara el otro que su hija perdió, e
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