Page 46 - Libros de Caballerías 1879
P. 46

:                     :
                            ^CCfr'***- 1           gt  ¡>
                    AMADÍS DE GAULA


         él estaba, e falláronlo durmiendo muy asosegadamen-
        te. Mas el Rey tomó en su mano la espada, que a
         la cabecera de la cama era puesta, e catándola,  la
        conoció luego, como aquel que con  ella diera mu-
         chos golpes e buenos, e dijo contra la Reina:
           —Por Dios, esta espada conozco yo bien, e agora
         creo más lo que me dejistes.
           — Ay, señor —dijo la Reina— , no le dejemos más
         dormir, que mi corazón se aqueja mucho.
           E fué para él, e tomándole por la mano, tiróle un
         poco contra sí, diciendo:
           —Amigo señor, acorredme en esta priesa e con-
         goja en que estoy.
           El despertó e viola muy reciamente llorar, e dijo
           —Señora, ¿qué es eso que habéis?  Si mi  servi-
         cio puede algo remediar, mandádmelo; que fasta la
         muerte se cumplirá.
           — Ay, amigo —dijo  la Reina— ; pues agora nos
         acorred con vuestra palabra en decir cuyo hijo sois.
           —Así Dios me ayude —dijo — , no    lo sé; que
                                      él
         yo fui hallado en la mar por gran aventura.
           La Reina cayó a sus pies toda turbada, y él hincó
         los hinojos ante ella e dijo
           —¡Ay, Dios! ¿Qué íes esto?
           Ella dijo llorando:
           —Hijo, ves aquí tu padre e madre.
           Cuando  él esto oyó, dijo:
           —¡Santa María! ¿Qué será esto que oyó?
                               42
   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51