Page 52 - Libros de Caballerías 1879
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                     AMADÍS DE GAULA


         jándolo así totalmente burlado. Sin embargo, no fue-
         ron las cosas tal como ella pensaba: don Galaor dio
         muerte al falso caballero, y la doncella, en su deses-
         peración, juró no apartarse del matador hasta encon-
         trar tal ocasión para pedirle el don que le tenía pro-
         metido, que no pudiera menos de perder la vida en
         la demanda o quedar por falso y traidor.
           Cierta vez, atravesaba un bosque Amadís y el Ena-
         no iba delante, e por el camino que ellos iban venía
         un caballero e una doncella; e siendo cerca del ca-
         ballero, puso mano a su espada, e dejóse correr al
         Enano por le tajar la cabeza.
           El Enano, con miedo, dejóse caer del rocín,  di-
         ciendo :
           —Acorredme, señor, que me matan.
           Amadís, que lo vio, corrió muy ahina e dijo:
           — ¿ Qué es eso, señor caballero ? ¿ Por qué me que-
         réis matar mi enano? No pongáis mano en  él, que
         amparar os lo he yo.
           —De vos   lo amparar —dijo  el  caballero— me
         pesa; mas todavía conviene que  la cabeza  le  taje.
           —Antes habréis  la batalla —dijo Amadís; e to-
         mando sus armas, cubiertos de sus escudos, movie-
         ron contra sí al más correr de sus caballos, y encon-
         tráronse en los escudos tan fuertemente, que los fal-
         saron, e las lorigas también, e juntáronse los caba-
         llos y  ellos de los cuerpos e de los yelmos, de tal
         guisa, que cayeron a sendas partes grandes caídas;
         pero luego fueron en pie, e comenzaron  la batalla

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