Page 53 - Libros de Caballerías 1879
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DON GAIAOR
de las espadas tan cruel e tan fuerte, que no había
persona que la viese que dello no fuese espantado, e
así lo era el uno del otro, que nunca fasta allí halla-
ron quien en tan gran estrecho sus vidas pusiese.
Así anduvieron, hiriéndose de muy grandes y es-
quivos golpes una gran pieza del día; tanto que
sus escudos eran rajados e cortados por muchas
partes; e asimismo lo eran los arneses, en que ya
muy poca defensa en ellos había, e las espadas te-
nían mucho lugar de llegar a menudo e con daño
de sus carnes, pues los yelmos no quedaban sin ser
cortados e abollados a todas partes. Pues estando
en esta gran priesa que oís, llegó acaso un caballero
todo armado donde la doncella estaba, e como la ba-
talla vio, comenzóse a santiguar, diciendo que des-
que nasciera nunca había visto tan fuerte lid de dos
caballeros; e preguntó a la doncella si sabía quién
fuesen aquellos caballeros.
ella—
— Sé —dijo i; que yo los fize juntar, e no
me puedo ende partir sino alegre; que mucho me
placería de cualquiera dellos que muera, e mucho
más de entrambos.
— 'Cierto, doncella —dijo el caballero— , no es ese
buen deseo ni placer; antes es de rogar a Dios por
tan buenos dos hombres; mas decidme por qué los
desamáis tanto.
—Eso vos diré —dijo la doncella— ; aquel que
tiene el escudo más sano es el hombre del mundo
que más desama Arcalaus, mi tío, e de quien más
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