Page 87 - Libros de Caballerías 1879
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        osaban atender; e cuidaba que  si su caballo no  le
        falleciese, que le no durarían, que a la fin no los
        matase; mas seyendo llegados  los dos cohermanos,
        como ya  oístes,  estonces  se  le paraba a  él mejor
        el pleito; que ellos se combatían tan bien e con tan
        gran es tuerzo, que él se maravilló mucho ; e fué tan
        grande la priesa que les dio, e los cohermanos en su
        ayuda, que en poca de hora fueron todos muertos e
        vencidos.
          Cuando  esto vio  el cohermano de Arcalaus  de-
        jóse ir al Rey por lo matar; e como los que con él
        estaban fuyeran  todos,  él decendiera  del palafrén
        así con su cadena a la garganta, e tomara un escudo
        e la espada del caballero que primero murió. El otro
        le quiso ferir por cima de la cabeza. El Rey alzó el
        escudo, donde rescibió  el golpe, e fué  tal, que  la
        espada entró por el brocal bien un palmo, e alcanzó
        con la punta della al Rey en la cabeza, e cortóle el
        cuero e la carne fasta el hueso; mas  el Rey  le dio
        al caballo en  el rostro con  la espada tal golpe, que
        la no pudo sacar, y el caballo enarmonóse e fué caer
        sobre el caballero. Galaor, que ya estaba a pie, por-
        que el su caballo no se podía mudar, e iba por soco-
        rrer  al Rey, fué para  el caballero por  le tajar  la
        cabeza, y  el Rey dio voces que  le no matase. Los
        dos cohermanos que fueran  tras un  caballero que
        se les iba e lo habían muerto, cuando volvieron  e
        vieron al Rey mucho fueron espantados; que de su
        prisión no sabían ninguna cosa, e decendieron ahina,
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