Page 72 - Vuelta al mundo en 80 dias
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Terminada la conversación, Fix entró en su cama-rote y se entregó a la meditación. De un
                  modo o de otro, el francés había reconocido su calidad de agente de policía. Pero, ¿se lo
                  habría dicho a su amo? ¿Qué papel hacía en todo esto? ¿Era cómplice o no? ¿El negocio
                  estaba descubierto y por consiguiente fallido? El agente pasó algunas horas angustiosas,
                  creyéndolo algunas veces todo perdido, esperando otras que Fogg ignoraba la situación, y
                  por último, no sabiendo qué partido tomar.

                  Entretanto, se estableció la calma en su cerebro y resolvió obrar francamente con Picaporte.
                  Si no se enconraba en las condiciones apetecidas para prender a Fogg en Hong Kong, y así
                  Fogg se preparaba para salir definitivamente del territorio inglés, él, Fix, se lo diría todo a
                  Picaporte. O el criado era cómplice del amo y éste lo sabía todo, en cuyo caso el negocio
                  esta-ba definitivamente comprometido, o el criado no tenía parte alguna en el robo, y
                  entoces su interés estaba en separarse del ladrón.

                  Tal era pues la situación respectiva de aquellos dos hombres, mientras que Phileas Fogg se
                  distinguía por su magnífica indiferencia. Cumplía racionalmente su órbita alrededor del
                  mundo, sin inquietarse de los aste-roides que giraban en su derredor.

                  Y sin embargo, había en las cercanías  segun expresión de los astrónomos  un astro
                  perturbador que hubiera debido producir algunas alteraciones en el corazón de ese
                  caballero. ¡Pero no! El encanto de Aouida no tenía acción alguna, con gran sorpresa de
                  Picaporte, y las perturbaciones, si existían, hubieran sido más difíciles de calcular que las
                  de Urano, que han ocasionado el descubrimiento de Neptuno.

                  ¡Sí! Era un asombro diario para Picaporte, que leía tanto agradecimiento hacia su amo en
                  los ojos de la hermosa joven! ¡Decididamente, Phileas Fogg sólo tenía corazón bastante
                  para conducirse con heroísmo, pero no con amor, no! En cuanto a las preocupaciones que
                  los azares del viaje podían causarle, no daba indi-cio ninguno de ellas. Pero Picaporte vivía
                  en continua angustia. Apoyado un día en el pasamanos de la máquina, estaba mirando cómo
                  de vez en cuando pre-cipitaba éste su movimiento, cuando la hélice salió de punta fuera de
                  las olas por un violento cabeceo, esca-pándose el vapor por las válvulas, lo cual provocó las
                  iras de tan digno mozo.

                   ¡No están bastante cargadas esas vávulas   ex-clamó . ¡Eso no es andar! ¡Al fin,
                  ingleses! ¡Ah! Si fuese un buque americano, quizá saltaríamos, pero irí-amos más de prisa.



                  XVIII



                  Durante los primeros días de la travesía, el tiempo fue bastante malo. El viento arreció
                  mucho. Fijándose en el Noroeste, contrarió la marcha del vapor, y el "Rangoon",
                  demasiado inestable cabeceó considera-blemente, adquiriendo los pasajeros el derecho de
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