Page 75 - Vuelta al mundo en 80 dias
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El piloto nunca habrá llegado a saber probable-mente por qué sus respuestas le valieron tan
                  amistosa expansión. Después de un silbido de la máquina, diri-gió el vapor entre aquella
                  flotilla de juncos, tankas, barcos de pesca y buques de todo género que obstruí-an los pasos
                  de Hong Kong.

                  A la una, el "Rangoon" estaba en el muelle y los pasajeros desembarcaron.

                  En esta circunstancia debemos convenir en que el azar había singularmente favorecido a
                  Phileas Fogg. Sin la necesidad de reparar sus calderas el "Camatic" se hubiera marchado el
                  5 de noviembre, y los viajeros para el Japón hubieran tenido que aguardar durante ocho días
                  la salida del vapor siguiente. Es cierto que mister Fogg estaba veinticuatro horas atrasado,
                  pero este atraso no podía tener para él consecuencias sensibles.

                  En efecto, el vapor que hace la travesía del Pacífi-co desde Yokohama a San Francisco,
                  estaba en corres-pondencia directa con el de Hong Kong y no podía salir antes de la
                  llegada de éste. Habría evidentemente veinticuatro horas de atraso en Yokohama, pero
                  duran-te los veintidós días que dura la travesía del Pacífico sería fácil recobrarlas. Phileas
                  Fogg se hallaba, pues, con veinticuatro horas de diferencia en las condiciones de su
                  programa, treinta y cinco días después de su salida de Londres.

                  El "Carnatic" no debía salir hasta el día siguiente a las cinco, y por consiguiente podía
                  mister Fogg dis-poner de dieciséis horas para sus asuntos; es decir, para los de Aouida. Al
                  desembarcar ofreció su brazo a la joven y la condujo a una litera pidiendo a los
                  porte-adores que le indicasen una fonda. Le designaron el "Hotel del Club", adonde llegó el
                  palanquín veinte minutos después, seguido de Picaporte.

                  Se tomó un cuarto para la joven, y Phileas Fogg cuidó que nada le faltase. Después le dijo
                  que iba inmediatamente a ponerse en busca de los parientes en poder de quienes debía
                  dejarla. Al mismo tiempo dio a Picaporte la orden de permanecer en el hotel hasta su
                  regreso, para que la joven no estuviese sola.

                  El gentleman se hizo conducir a la Bolsa. Allí conocerían probablemente a un personaje tal
                  como el honorable Jejeeh, que era uno de los más ricos comer-ciantes de la ciudad.

                  El corredor a quien se dirigió mister Fogg conocía en efecto al negociante parsi; pero hacía
                  dos años que éste, después de haber hecho fortuna, había ido a esta-blecerse a Europa  en
                  Holanda, según se creía  lo cual se explicaba por las numerosas relaciones que había
                  tenido con este país durante su existencia co-mercial.

                  Phileas Fogg volvió al "Hotel del Club", y al punto se presentó ante mistress Aouida, a
                  quien sin más le manifestó que el honorable Jejeeh no residía ya en Hong Kong, habitando
                  probablemente en Holanda.

                  Aouida al pronto no respondió nada. Se pasó la mano por la frente y estuvo meditando
                  durante algu-nos instantes. Después, dijo con suave voz:

                   ¿Qué debo hacer, mister Fogg?
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