Page 81 - Vuelta al mundo en 80 dias
P. 81

¿Qué sabéis, puesto que ni siquiera lo conocéis? ¡Habéis entrado a servirle el día de su
                  partida, y se mar-chó precipitadamente con ese pretexto insensato, sin equipaje y
                  llevándose una gruesa suma de billetes de banco! ¿Y os atrevéis a sostener que es hombre
                  de bien?

                   ¡Sí! ¡Si?  repetía maquinalmente el pobre mozo.

                   ¿Queréis, pues, que os prenda como cómplice suyo?

                  Picaporte se había asido la cabeza con ambas manos. No parecía el mismo. No se atrevía a
                  mirar al inspector de policía. ¡Phileas Fogg, ladrón, el salvador de Aouida, el hombre
                  generoso y valiente! ¡Y, sin embargo, cuántas presunciones contra él! Picaporte trataba de
                  rechazar las sospechas que invadían su entendimiento. No quería creer en la culpabilidad de
                  su amo.

                   En fin, ¿qué queréis de mí?  Preguntó al agen-te de policía, conteniéndose por un
                  supremo esfuerzo.

                   Esto  respondió Fix . He seguido a mister Fogg hasta aquí, pero no he recibido todavía
                  el man-damiento de prisión que he pedido a Londres. Es nece-sario que me ayudéis a
                  detemerio en Hong Kong...

                   ¡Yo! ¿Que ayude a ... ?

                   ¡Y partiremos la prima de dos mil libras prome-tidas por el Banco de Inglaterra!

                   ¡Jamás!  respondió Picaporte, que se quiso levantar y volvió a caer sintiendo que su
                  razón y sus fuerzas le faltaban a un t»empo . Señor Fix –dijo tartamudeado , aun cuando
                  fuese verdad todo lo que me habéis dicho... aun cuando mi amo fuese el ladrón que
                  buscáis... lo cual niego... he estado... estoy a su servcio... lo conozco como bueno y
                  generoso ... Ven-derlo... jamás... no, por todo el oro del mundo ... ¡Soy de un lugar donde
                  no se come pan de esa especie!

                   ¿Os negáis?

                   Me niego.

                   Supongamos que nada he dicho  respondió Fix  y bebamos.

                   Sí, bebamos.

                  Picaporte se sentía cada vez más invadido por la embriaguez. Comprendiendo Fix que era
                  necesario a toda costa separarlo de su amo, quiso rematarlo. Habia sobre la mesa algunas
                  pipas cargadas de opio. Fix puso una en manos de Picaporte, quien la tomó, la llevó a los
                  labios, la encendió, respiró algunas bocanadas, y cayó con la cabeza aturdida bajo la
                  influencia del nar-cótico.
   76   77   78   79   80   81   82   83   84   85   86