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Aquel año, su padre, Heinrich Kepler, no estaba allí; se había
ido a luchar a Flandes, a las órdenes del duque de Alba, capitán es-
pañol que se caracterizó por la severa y cruel represión de luteranos
y calvinistas. No fue bien visto en Weil este alistamiento de un lute-
rano de la familia de los Kepler a las órdenes de un católico tan in-
tolerante. Pero Heinrich no debió de ser un padre modélico. Y el
matrimonio con su madre, Katharina Guldemann, era desafortu-
nado, con continuas y atroces broncas. Tampoco su madre salió
bien cualificada a los ojos de su hijo. Y tampoco ella estaba allí aquel
año; se había ido en busca de su marido. Más adelante, el padre es-
tuvo a punto de morir en la horca y finalmente abandonó a su fami-
lia, y la madre, como veremos, acabaría siendo acusada de bntjería.
«[Mi padre era] un soldado corrupto, rudo y camorrista
[y mi madre, una mujer] pequeña, escuálida, charlatana,
pendenciera y de malos modales.»
- JOHANNES KEPLER, DESCRIPCIÓN APARECIDA EN SU AUTOHORÓSCOPO.
La educación del pobre pequeño Johannes corrió, en parte, a
cargo de una tía suya que murió en la hoguera, acusada de encar-
nar al diablo. En la casa vivían muchos de sus tíos y hermanos.
Tras él, que era el primogénito, venía su hermano Heinrich, que
era un «tunante» y padecía epilepsia. Además de toda esta serie
de familiares indeseables, habitaban el piso inferior los animales,
como era la costumbre entonces, tanto en Suabia como en otras
partes de Europa.
Falta retratar al propio Johannes. Nació sietemesino y muy
débil. En 1575, cuando nos estábamos asomando a su casa, pade-
cía la viruela, lo que le produjo varios trastornos de por vida, en
especial visuales, pues padeció miopía y poliopía, un defecto que
produce imágenes múltiples. ¡Bonita enfermedad para un astró-
nomo, al menos en aquellos tiempos! Según sus propias palabras,
Sirio y la Luna ¡le parecían del mismo tamaño angular!
El propio Johannes nos contó este panorama al realizar su
autohoróscopo, para lo que se vio obligado a anotar toda esta
serie de detalles. Es lógico pensar que, con una infancia así,
22 EL ASTRÓLOGO Y VISIONARIO