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además, Kepler era muy religioso, lo fue durante toda su vida Los
pasos en la carrera del sacerdocio estarían en el futuro bien marca-
dos: escuela en Adelberg, seminario superior en Maulbronn, univer-
sidad en Tubinga. En esta universidad siguió dos años de enseñanza
general, con clases de ética, dialéctica, retórica, griego, hebreo, as-
trononúa y física. Posteriormente, estudió durante tres años mate-
rias propiamente teológicas. En cada paso superó airosamente las
pruebas para pasar al siguiente. Hay que decir que estas escuelas y
seminarios estaban ubicados en antiguos monasterios, como los de
Adelberg y Maulbronn, que la Reforma Luterana había dedicado a la
enseñanza. Y hay que hacer notar que, en general, estos estudios
eran gratuitos e incluso los estudiantes cobraban una pequeña can-
tidad. La belleza de los emplazamientos, la calidad de la enseñanza
y la gratuidad eran ciertamente dignas de admiración, tanto en aque-
llos tiempos como en los actuales.
Kepler no tuvo, en su juventud, buena relación con sus com-
pañeros, especialmente antes de la universidad. En cambio, era
muy bien valorado por sus profesores. A modo de ejemplo, cite-
mos el informe del claustro destinado al concejo de Weil para la
renovación de su beca:
Teniendo en cuenta que el arriba mencionado, Kepler, posee una
inteligencia tan excelente y soberbia que cabe esperar de él grandes
cosas, querríamos por nuestra parte apoyarlo en su solicitud, dados
además sus conocimientos notables y su talento.
Entre sus lecturas preferidas cabe citar algunos escritos de
Nicolás de Cusa. Este autor debió de dejar honda huella en su
joven cerebro pues, como en él, bullía en su pensamiento una rara
combinación de mística y geometría.
Su educación se desarrolló como estaba previsto, salvo en el
último momento, en 1594. Kepler no terminó sus estudios teológi-
cos ni fue ordenado sacerdote como era el plan inicial, sino que
aceptó una plaza de matemático que había quedado vacante en la
Escuela Evangélica de Graz. A pesar de su lejanía, la Universidad
de Tubinga tenía un gran prestigio, así que el claustro de la Es-
cuela Evangélica les solicitó un aspirante. Tras el consejo de Tu-
26 EL ASTRÓLOGO Y VISIONARIO