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perfecto, con la perfección de la geometria. ¿Cómo podemos com-
                    prender lo que Dios quiso hacer con el mundo? Dios hizo al hombre
                    a su imagen y semejanza . Por tanto, podemos comprender su geo-
                                          .
                    metría. Dios ha querido dotar al hombre de una inteligencia que
                    ama y comprende su geometría. Podemos entender Su  creación
                    porque Él ha dispuesto así nuestra naturaleza. Si queremos com-
                    prender el mundo, debemos preguntarnos qué obra perfecta quiso
                    poner al alcance de nuestra inteligencia como fruto de la suya. Pen-
                    semos entonces en aigo perfectamente hermoso.      ·


        «Las matemáticas constituyen el orden de la naturaleza,
        porque desde el principio de los tiempos Dios las porta
        en Sí Mismo, en la abstracción más simple y divina.»

        -  KEPLER,  EN  SU  MYSTERIUAf  COSMOGRAPHICUM  ACERCA  DE  LA  CREACIÓN  DEL  UNIVERSO
          POR  PARTE  DE Dios.

                        Pretendamos conocer el universo mediante deducciones ma-
                   temáticas a partir de procurar entender el deseo de Dios. Hay que
                    descubrir el pensamiento de Dios antes de comprender el mundo.
                    Entendemos así por qué hay precisamente seis planetas y no cual-
                   quier otro número, entendemos por qué sus distancias al Sol son
                   las que son. Y entendemos así por qué los planetas son tanto más
                   lentos cuanto más alejados están del Sol.
                       En efecto, algo así como la extraña sucesión anterior de fra-
                   ses insensatas puede reflejar la mentalidad de este místico geóme-
                   tra o geómetra místico. Solo hay cinco sólidos perfectos. Hay solo
                   seis planetas. Sus distancias deben estar regidas por ese entra-
                   mado de poliedros descritos en el Mysterium cosmographicum.
                       Kepler se expresó en su libro con palabras similares a las es-
                   bozadas aquí.  «La mayoría de las cosas que existen en el mundo
                   pueden inferirse a partir del amor de Dios hacia los hombres».
                       Si bien es cierto que el libro fue muy popular y que gracias a
                   ello Kepler pudo, mal que bien, dedicarse a buscar la armonía del
                   mundo durante el resto de su vida,  también recibió críticas. El
                   mismo Kepler se ocupó de hacer llegar a los más distinguidos sa-
                   bios un ejemplar. Algunas objeciones vinieron de su colega Tycho






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