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No es casual, ni un hecho menor, que el eje central del llamado a la huelga haya sido el tema del
           trabajo en todas sus dimensiones: Desde el trabajo formalmente reconocido, es decir, el trabajo
           asalariado, en el que todavía hoy encontramos vigente la división sexual de las tareas (trabajos
           considerados “de mujeres”, generalmente los más precarios), el clima de acoso o las brechas por
           género en la remuneración, hasta el trabajo de cuidados que continúa siendo invisibilizado cuando
           de él depende toda la reproducción de la vida. Y este quizá es el punto central: el capitalismo se
           sostiene sobre la base del trabajo no reconocido y no pagado que realizamos las mujeres y sin el
           cual es imposible la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero lo que estas jornadas de lucha han
           dejado claro es que las mujeres no queremos ni estamos dispuestas a seguir confinadas a ese sitio
           que  tiene  para  nosotras  el  sistema.  Lo  rechazamos  y  ponemos  sobre  la  mesa  el  tema  de  la
           colectivización de los cuidados y de la necesidad de organizar la vida de manera distinta. De ahí el
           alto  contenido  anticapitalista  de  este  movimiento  y  su  potencialidad  para  impulsar  y  nutrir  el
           conjunto de luchas obreras y populares que se plantean la transformación de esta realidad y la
           emancipación de la humanidad.





























           Marcha 8M, Madrid, España                           Marcha Ni una menos
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