Page 147 - Como mariposas a la luz
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Entre regates constantes
“La vida es como un enorme campo de fútbol, tan solo tienes que encontrar tu
posición, buscar en quien apoyarte, y penetrar por tu hueco”
La vida de un vendedor se asemeja a una especie de “conjunto de deportes” lo que
le convierte en un especialista de muchas cosas. Pero si en algo se especializa es en
el dribling o regate, algo fundamental en el fútbol… ¡Y en casi todas las profesiones!
¡Desde que empieza su carrera el vendedor a modo de parásitos permanentes, se
encontrara rodeado de “tecnócratas”, malabaristas de salón, magos con bolas de
cristal, que adivinaran el futuro, y le guiaran por la buena senda!
Desde algún gurú de aula, hasta los ínclitos habitantes de oficina que como seres
ocultos tras una guerra solo salen para buscar sustento, pasando como no, por algún
jefe maestro del arte de teorizar, hasta llegar a algún amigo que le dará consejos
mágicos a modo de pócima secreta que a él le funciono siempre. (Aunque ahora, su
vida transcurra en la mediocridad de una mesa, adornada con una pantalla donde
nadan pececitos…) Los distinguirá, ¡por un rasgo común! ¡Todos afirman que un día
fueron vendedores!
Le contaran que ellos empezaron siendo vendedores como el niño que un día jugó a
médicos y se reafirma como tal de mayor. Le darán mil pistas que conducen al éxito
desde su propio fracaso, disfrazado de traje y corbata, y una magnifica presentación
de Power Point! Otros dirán que saltaron a Marketing… En su imparable ascenso
desde vendedor… A modo de caramelo… (Si eres como yo, algún día estarás en
Marketing…). Y así, entre la jungla de cristal, deberá ir sorteando tecnócratas que no
saben ni lo que son, ¡y menos lo que fueron! Es curioso, pero todo el mundo fue
vendedor alguna vez ¿Y porque tan pocos siguen?
Quizás por la propia selección natural de una profesión difícil. Entre tanto regate a
gente inútil para su progreso deberá encontrar en quienes apoyarse para buscar su
hueco. Si es vendedor si trasmite esa información lo reconocerá solo con darles la
mano, solo mirarles a los ojos, y solo oyendo como saludan y se mueven. En un
cóctel de seguridad, dominio, y humildad reconocerá al maestro.