Page 20 - La Rebelión de los Bolsillos Rotos
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Ronald J. Acosta Pineda


            cosecha creyendo que se es artífice, protagonista y merece-
            dor de recompensas por haber dado a Dios ofrendas de lo que
            el mismo Dios le da. En esta lógica, quien da poco tendría
            poca o nula recompensa. He ahí su veneno; la calidad de la
            relación de las personas con Dios es medida a partir de su
            situación económica y cuánto ofrenda en la iglesia. Alguna
            vez escuché en un programa de televisión a un líder de una
            iglesia en Estados Unidos, el cuál decía que otro líder le ha-
            bía enseñado que a la iglesia uno siempre lleva dos cosas,
            biblia y chequera. Desde esta perspectiva, Dios es selectivo
            y la salvación es para los que tienen chequera, tarjeta de cré-
            dito o pueden pagar el diezmo por PayPal.

               Este camino que se propone es un ejercicio de despren-
            dimiento por alcanzar un bien mayor; la libertad interior, que
            es como un faro a media noche permitiendo que zarpemos
            para llegar a la libertad financiera sin correr el riesgo de vol-
            vernos esclavos del dinero.

               En este punto el lector puede pensar que tengo una pers-
            pectiva negativa del dinero, cosa que no es cierta. Yo transité
            por el camino de la búsqueda infructuosa de la prosperidad
            cuando aún era esclavo. Andaba con dos grilletes, uno en
            cada pie. Un grillete era la angustia semanal causada por el
            afán de tener dinero para aparentar ser alguien que no era,
            movido por el quedar bien con las personas que me rodea-
            ban. Me llegaron a decir Ronald Mastercard, pero nadie sa-
            bía lo que tenía que hacer para conseguir el dinero que cada



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