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con la guerra.
           Después de todo, el epicentro y los
        campos de batalla estaban en eran las
        zonas norte, paracentral y oriental
        de El Salvador. Los teatros de opera-
        ciones estaban en el área rural. Pero
        ese patrón inesperadamente cambió la
        noche del 11 de noviembre de ese año.
        La insurgencia desató la ofensiva más
        dura de toda la guerra civil.
           En Armenia, aparentemente no
        pasó nada. El dilema era qué hacer
        con las fiestas. El Alcalde y los miem-
        bros del Comité de festejos se encontraban                  INTEGRANTES DE LA ASOCIACIÓN
        atascados. Pero había que “tomar cartas en el               DE ARMENIENSES EN EL EXTERIOR
        asunto”. Gloria Haydee Arias, Aida Morán y
        Mercedes Vanegas, con una frase acostumbrada
        resolvieron la duda: “O todos en la cama o todos
        en el suelo” y cerraron el capítulo.
           Era un momento de luto, no había nada
        que celebrar. “No era posible – argumenta-
        ban-, que mientras en algunos lugares de San
        Salvador como Zacamil , Mejicanos, Soyap-
        ango, el enfrentamiento armado entre las
        fuerzas del gobierno y las insurgentes estaba
        en pie; las armas todavía arrojando humo y la
        muerte rondando por todos lados, aquí estemos
        pachangueando”. En toda la historia pasada
        y presente la patrona se quedó sin su festejo.
           En el arranque del nuevo siglo, las celebra-
        ciones continuaron fieles a la tradición. Pero
        con otras características. Como un espectá-
        culo que se ofrecía a diversos públicos. Lo cual
        involucró, no sólo a la población interna, sino
        sus emigrantes -llamados Hermanos lejanos-,
        especialmente los residentes en Estados Unidos
 PROMOCIÓN DEL ÚLTIMO CARNAVAL   y pueblos vecinos.
 PATROCINADO POR LA IGLESIA
           Los festejos eran una tarjeta de presentación
        de la ciudad de Armenia. En esta etapa se refor-
        zaba más el componente turístico. Esa apertura
        también proporcionaba una circunstancia ady-
        acente muy relevante. Los festejos señalaban
        cada vez menos los ciclos.
           Las razones del pasado, la llegada del ver-        respondía a esa ecuación.
        ano y la recogida de las cosechas. O el tra-             El referente fue más allá del calendario esta-
        bajo después de las famosas cortas de café en         blecido. En el programa de las fiestas patro-
        los beneficios aledaños, donde se generaban           nales del 2000 la agenda se abrió del 15 al 25
        billetes para las fiestas novembrinas, ya no          de noviembre; en 2004 a partir del 16. El 2012



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