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Los gritos y las rancheras de la cinquera se
escuchaban por todos lados; los 15 metros
cuadrados del local, que al fondo daba a una
barranca, al calor de la borrachera resultaban
muy estrechos. Los envases estallaban en las
paredes de las casas de enfrente y por una ven-
tana las mujeres se mostraban semí desnudas.
Torres, apoyado en uno de sus acompañantes,
por momentos salía a la acera y dejaba ver
la pistola que llevaba al cinto. Cuestión que
provocaba temor y angustia.
Al filo de las dos de la tarde, los policías
municipales llegaron al Salón, no con inten-
ciones de unirse a la fiesta, sino de llamar al
orden. Y, en un parpadeo, se inició la “gresca”,
redujeron a la fuerza a Torres y a su acom-
pañante. Los agentes Lobato y el otro conocido
como “el canoso”, pusieron tras la reja a los dos
ebrios escandalosos, no sin antes decomisarles
una pistola.
Cortez, al verse recluido se sintió herido en
su amor propio, aun en su borrachera no alca- (FOTO DE J REYES)
nzaba a digerir estar detrás de los barrotes de PROTAGONISTAS. DOCTOR RAFAEL
la bartolina que el mismo construyó. Hacia un GONZÁLEZ DRIOTIS (DERECHA) EN ESA
año se encontraba inaugurando el edificio de ÉPOCA ALCALDE DE ARMENIA Y ESPOSO
la Alcaldía y hoy se hallaba no en una oficina DE LA VÍCTIMA, APARECE EN LA FOTO
o en el salón principal, sino en la peor de las RECIBIENDO LA VARA DE LA ALCALDÍA
instalaciones, la cárcel. DE PARTE DE RAFAEL CORTEZ TORRES
Eduardo Iraheta, jefe de los agentes munic-
ipales, de repente se encontró con una “papa (HECHOR) CUANDO SE REALIZÓ EL
TRASPASO DEL PODER MUNICIPAL
caliente” entre sus manos, pues el reo que tenía
guardado a unos metros de su local era su anti-
guo jefe. Mientras escuchaba desde la cárcel ni el mismo sabía que iba a cambiar el curso
los gritos furiosos de Cortez, por un momento de muchas vidas. Estudiaba con aire ausente el
añoró su afición por cantar tangos, ser ayudante abanico de opciones con Torres bajo las rejas.
de electricista o leer el bando en las esquinas La casa del nuevo Alcalde, se encontraba a unos
del pueblo; pero no estar en ese puesto. cien metros de donde él estaba. Era imposible
Era tres de mayo y por momentos recordaba demorar el parte.
cuando en esa fecha, con mangos y guineos Cruzó la puerta de la farmacia donde vivía
veneraba la cruz. El cielo por momentos se el Alcalde, lo llamó cerca de un mostrador y
ponía nublado y las nubes amenazaban con le dijo: -Tenemos preso a Cortez Torres, por
desintegrase; pero el sol introducía sus trozos ebrio escandaloso-. González, asintió con la
de azul y al instante el firmamento se despejaba. cabeza y llevándose la mano a su quijada –Ya
Eduardo, en el puesto de la policía, caminaba veo, comentó-. Luego argumento - Recuérdense
de un lado a otro. Traicionado por los nervios, que él ha sido Alcalde y deben guardarle res-
se quitaba y volvía a encajar un viejo quepis peto, suéltenlo, pero no le den el arma- con un
color beige en su cabeza. tono preocupado. Sabia de su mal carácter y
Estaba a punto de tomar una decisión que agresividad.
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