Page 40 - Armenia2015final.indd
P. 40

Alcalde, Blas Jaime. No habla
        de primero ni de segundo. Asi-
        mismo, se observa que las fun-
        ciones rebasan las de carácter
        judicial.
           La villa de Armenia por esa
        época -contaba con varias edi-
        ficaciones, su plaza, mercado y
        estación de ferrocarril-, y como
        lo atestigua dicho certificado, su
        propio cementerio. Precisamente
        en ese año (1896) el camposanto
        se mudó del Barrio Nuevo (local
        de la Escuela Alberto Trigueros) a
        la parte norte del poblado, lugar
        donde se encuentra en la actu-
        alidad.
           En 1917 un fuerte terremoto
        sacudió El Salvador. El saldo
        trágico tuvo su mayor expresión
        en la zona occidental. Como lo
        reseñó el poeta Porfirio Barba
        Jacob:  “Después de una gran
        sacudida se vio un resplandor
        procedente del volcán de San Sal-
        vador, que asaltó el cielo aquel
        estrellado jueves. Una espesa
        nube negra y fuerte olor a azu-
        fre invadió la ciudad. El antiguo
        Quezaltepc había reventado. Una
        corriente de lava bajó del cráter
        y sepultó a su paso grandes fin-                               CERTIFICADO DE PAGO POR
        cas de café y un tramo de la vía                               DERECHO DE UN MAUSOLEO A
        férrea”.                                                       NOMBRE DE DON CESAR PINEDA, EN
           Barba Jacob escribió, “A las                                EL CEMENTERIO DE ARMENIA (1896)
        siete de la noche un fortísimo
        temblor sacó a toda la gente de
        sus casas. A kilómetros de dis-
        tancia, Armenia era sólo un recu-
        erdo en el mapa, devastada por el sismo que              Para suerte de Armenia, tenía un vecino rico
        puso de rodillas a Sacacoyo, San Julián, Tepe-        y bondadoso: Don Arturo Araujo, propietario
        coyo y Ateos”.                                        de la Hacienda el Zunza. La contribución en
           Ante la hecatombe, el cabildo sucumbió y           efectivo para el pueblo, según lo contó don
        además fue pasto de las llamas. La oficina del        Enrique Cárcamo, fue de 250.000 pesos.
        Alcalde, la cárcel, los archivos, la sala capitular      Toda la madera de su finca: Cedro y roble,
        y las dependencias judiciales desaparecieron.         quedó a disposición de la reconstrucción
        Como dijo alguien: “en menos que canta un             del cabildo. Algo titánico en esa época. “La
        gallo”.                                               espuela”, en donde se detenía el tren en el



                                                         40
   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44   45