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a finales de ese año trágico, en un
afán de seguir adelante las auto-
ridades edilicias fundaron “La
Junta del Agua”, pues este prob-
lema seguía en pie. Asimismo, a
escasos dos años de la tragedia,
vendría una buena noticia para
la población armeniense, según
un documento tomado del Diario
Oficial; Tomo 87, Núm. 207, cor-
respondiente al 11 de Septiembre
de 1919, por Decreto Legislativo (9 DON ARTURO
de Septiembre de 1919) se le otor- ARAUJO,
gaba el título de Ciudad A LA Villa BENEFACTOR DE
de Armenia. El Presidente de la LA CIUDAD DE
Republica era Don Jorge Meléndez. ARMENIA, UNA DE
Con el título también llegó la LAS CALLES DE LA
luz. Según el periódico Rugidos, CIUDAD LLEVA SU
publicado por el Club de Leones NOMBRE.
(1958), en 1920 se inauguró la pri-
mera Planta Eléctrica, durante
la administración de Don Cesar
Pineda, Pero el contrato fue fir-
mado formalmente en 1930. Atrás
quedaban los postes de las calles
alimentados con gas y luego car-
buro; también el encargado de
encender y apagar ese alumbrado:
Chico “Plátano”.
Esos años fueron de mucho
dinamismo. En 1926 un médico
joven, Alfredo Moran Castro, llegó
a la Alcaldía, con las promesas de
mejorar el parque, el cabildo y
resolver el problema del agua. PRESIDENTE
Su administración le apostó a la DE LA
“Junta del agua”, creada años atrás. REPUBLICA
La inauguración de las nuevas JORGE
cañerías tuvo lugar el 20 de septi- MELÉNDEZ
embre de 1927. La obra en sus ini-
cios contó con algunos obstáculos.
La tardanza la causó el ensayo de tuberías de
cemento que recomendó el ingeniero Mexi-
cano, José Espinoza, que no dieron el resultado
deseado.
Para alegría de la población, ese año se inten-
sificaron los ramales por todos los rumbos de la
ciudad, con una cañería madre de 6 pulgadas de
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diámetro y los colaterales de tres
y dos pulgadas, para dar servicio
eficiente a quienes solicitaban la
“paja de agua” a opción de título,
mediante pago de cien colones de
impuesto Municipal
La cultura también tendría
su espacio en esos años, el 23 de
noviembre de 1928 don Bernardino
López, nuevo Alcalde Munici-
pal, apoyó a su regidor don Isaac
Arias en la creación de la biblioteca
Municipal. Nombraron director a
Rufino Macuba, a quien le gustaba
mantenerla repleta de jóvenes.
Dagoberto Orrego Candray, un
jovencito de la época, que vivía
enfrente de los anaqueles, relata
una experiencia que él vivió “en
carne propia”. Macuba notó que
sus pupilos se le estaban descar-
riando. Unos daban vueltas por el
parque, otros hasta jugaban damas
en los chalets.
Macuba se quejó “y en honor a
la verdad -subraya Orrego-, era
una pena ver la venerable figura del
anciano con su saco plomo dril y su
sombrero a la gacha, abrir y cerrar
la biblioteca para uso de unas diez
personas”.
Según el mismo Orrego las que-
jas llegaron hasta el Alcalde, don
Nino López. La cosa era tan grave
que el jefe de la comuna tuvo una
sesión de urgencia con don Arcadio
Torres, Comandante Local. “Una
juventud en peligro” exigía medi-
das drásticas e inmediatas, así fue
como se hicieron los planes para
terminar de una vez con aquella
vagancia.
Tres noches después de la demanda, todos
los jugadores de damas, paseantes y hasta los
que se divertían con los ojos saltones de Alonso
Coto sobre el teclado de la marimba, a la hora
de sus repasos, fueron sorprendidos por los
patrulleros que no dejaron bicho viviente en