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INTERIOR DE LA CASA PORTAL DE CLAUDIA
que su padre Patrick, reunia a la familia y LARS, ANTES DEL TERREMOTO DE 1917.
les pedía tomar el tren a Sonsonate. Sin
antes manifestar: “Yo tengo que perman-
ecer aquí para cuidar lo poco que queda”. Sin
embargo, a ruegos de su esposa y a pedido
de Tancho Montoya, su mayordomo fiel,
también abordó el tren y les expresó: “-
Acompáñelas, señor, porque están muertos
de miedo. Yo cuidaré hasta el último terrón
de esta casa…”.
“Al fin nos alejamos –escribe Claudia-,
del acongojado pueblo en un tren de medi-
anoche”. A través de su ventana mientras la
locomotora tomaba el camino, la escritora
dijo: ¡Adiós paisaje mío!... ¡Comarca de mis
juegos y de los más preciosos hallazgos! … A
partir de ese día hasta su muerte en 1974, no
existe ningún registro que atestigüe que ella
puso un pie en Armenia.
El portal en los años 30´s continuó for-
mando parte de las Tres Ceibas y alojó en guardar de la intemperie a las mesitas donde
ese espacio sus oficinas administrativas. Jorge la clientela “tertuliaba”.
Mayén, apenas un niño en esa época, recuerda Pero hubo algo inesperado. Según Jorge
que el caserón, también albergó con esa misma Mayén, en la casa de la señora María Morán,
función a las haciendas el Zunza y los Lagartos. una cuadra al norte del portal, tenía lugar un
Cuando había Quincena, se llenaba de caballos rezo, con motivo de la primera comunión de su
de los trabajadores que venían a recoger su pisto nieta Martita Girón; a un costado de la sala de
a esa habitación. la casa se levantaba el altar rodeado de flores
Sus puertas tenían persianas resguardadas y velas encendidas.
por dos hombres con su machete, quienes a la Martita, lucía un traje blanco largo de seda.
señal del administrador lista en mano hacían Mientras se desplazaba para saludar a sus invit-
los llamados. A veces se podían contar entre ados con una sonrisa en los labios, nadie se
100 y 200 trabajadores. Cuando el pagador gri- fijó que una vela rozó la tela de su vestido y en
taba un nombre, todos lo pronunciaban como segundos agarró fuego en medio del estupor
si fuera un eco. de la gente que veían como la joven se con-
En ese tiempo, despertaba la curiosidad vertía en una tea humana. Su cuerpo quedó
afuera del portal, observar los veinte postes dañado por las quemaduras. Por lo que inme-
donde amarraban las bestias, que mientras diatamente partieron a la Capital en busca de
esperaban con sus patas golpeaba el rústico curar las “ampollas”. Pero, no conforme con
empedrado. los tratamientos, la familia se marchó a Estados
Por los años cuarenta, empezaba a sonar Unidos, en donde había mejores especialistas.
que propietaria de ese portal era la familia Después del incidente, el portal volvió a quedar
Sol. Inclusive dejó de estar vacío. Se instaló solo.
un negocio de la señora Ángela Girón. Era En esa misma cuadra, en la esquina frente
una refresquería que vendía sodas, sorbete y al antiguo mercado, se levantó otro portal, lo
minutas. La tienda despuntaba bien, por su diferenciaba su techo más “bajito”. Con toda
ubicación privilegiada; desde lo alto del pasillo seguridad don Juan Llort, también era su pro-
del portal se podía contemplar el parque y res- pietario. Según testimonios de familiares cer-
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