Page 94 - Cuentos para Triunfar
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18º) Invierta para ganar.

                                                     El tatuaje


                  Esta es la historia de un joven mensajero del rey.
                      En una oportunidad, su alteza le mandó a llamar:
                      -  Debes ir hasta el pueblo vecino. He realizado un trato con el rey muy
                          beneficioso para nuestro pueblo, y deberás llevar este pergamino para
                          que  el  emperador  de  ese  reino  lo  firme  y  lo  selle.  Pero  escucha:  no
                          deberás  hacer  otra  cosa  que  pedirle  al  jefe  de  estado  que  firme  el
                          documento,  y  luego  regresas  inmediatamente.  Dime  joven:  puedo
                          confiar en ti.
                      -  Por su puesto su majestad. Haré todo cuanto me pedisteis.
                      -  Recuerda:  no  hagas  otra  cosa  que  no  sea  lo  que  te  he  dicho.  No  te
                          distraigas con nada, ni te envuelvas en cosas raras.
                      -  Así lo haré su majestad...
                      Partió el joven con el recado del rey. Al llegar al pueblo vecino, se dio
                  cuenta de que todos lo miraban con curiosidad:
                      -  A caso será mi ropa?.
                      Pero el joven mensajero tenía ropa similar a los pueblerinos.
                      Al entrar al palacio, los guardias no sólo lo miraban, sino que murmuraban
                  cosas.
                      -  Pero qué está pasando con esta gente – se preguntaba el mensajero.
                      Ya  en  presencia  del  emperador,  este  lo  observó  con  detenimiento,  de
                  arriba abajo.
                      El joven mensajero preguntó:
                      -  Disculpadme, Señor Emperador. Pero, por qué me miráis así?
                      -  Es que nunca había tenido la oportunidad de ver un tatuaje.
                      -  Pero si yo no llevo ningún tatuaje.
                      -  Se comenta en toda la comarca, que tú tienes un tatuaje.
                      -  Pero eso no es cierto, señor.
                      -  Te daré cien monedas de oro si te desvistes, y me compruebas que en
                          verdad no llevas ningún tatuaje.
                      Sabiendo  el  joven  mensajero  que  no  tenía  tatuaje  alguno  en  su  cuerpo,
                  aceptó la propuesta:
                      -  Veo que no mentíais cuando dijiste que no tenías tatuaje alguno. Aquí
                          están las cien monedas de oro. Ahora dame el pergamino que lo firmaré
                          y lo sellaré...
                      Regresaba muy contento a su pueblo el joven mensajero. En presencia del
                  rey, le comentó lo ocurrido:
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