Page 96 - Cuentos para Triunfar
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19º) "Afile" su proyecto.


                                              El hachero sabio



                  Un  joven  e  impertinente  hachero,  se  presentó  ante  el  viejo  leñador  para
                  desafiarlo a un campeonato de hachado.
                      El viejo leñador aceptó, simplemente para dar una lección al adolescente.
                      -  Iremos al bosque muy temprano, y al final de la jornada, cuando caiga
                          el sol, veremos quién hachó más árboles.
                      -  Así será – respondió el viejo.
                      El joven, con la seguridad que vencería al viejo por ser viejo, apostó todo
                  lo que tenía a su favor.
                      A la mañana siguiente, comenzó la competencia.
                      El joven, con toda la energía propia de la juventud, manejaba el hacha con
                  suma  rapidez  y  habilidad. De  vez  en  cuando se daba vuelta  y  veía  al viejo
                  sentado sobre una piedra.
                      -  El viejo ya no da más. Esto recién empieza y el viejo ya está cansado.
                          Ganaré la apuesta...
                      Al tiempo, el joven se da vuelta y observa nuevamente al viejo sentado

                  sobre una piedra.
                      El joven decide no perder tiempo, y continua su carrera hacia el siguiente
                  árbol.
                      -  Voy a ganarte, viejo. Voy a demostrarte quién es el mejor.
                      Y continuaba la loca carrera al próximo hachazo...
                      El  día  terminó.  Cayó  el  sol  y  se  dio  por  terminada  la  competencia.  El
                  joven llama al viejo y le muestra los catorce árboles que había derribado.
                      -  Sorprendente hijo; sorprendente...
                      -  Te gané, verdad viejo...
                      -  Estoy muy sorprendido por tu hazaña, pero no me ganaste porque yo
                          hache quince árboles.
                      El  joven  corrió  hacia  el  sector  donde  había  estado  el  viejo,  y  pudo
                  comprobar  que  había  dicho  la  verdad.  Había  allí  quince  árboles  recién
                  derribados.
                      -  Pero cómo es posible, viejo?, si cada vez que me daba vueltas, podía
                          verte descansando sobre una piedra.
                      -  Oh  no!.    Cuando  me  veías  sentado  sobre  esa  piedra,  yo  no  estaba
                          descansando, estaba afilando mi hacha.
                      -  ¡Maldición!
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