Page 85 - Las ciudades de los muertos
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Larrimer lo observaba embobado.
—¡Qué pájaro más maravilloso! ¿Cómo se llama?
Azzi se acercó al loro y le rascó las plumas del pecho.
—Se llama Imshi.
—Imshi —Larrimer, por supuesto, no tenía ni idea de lo que aquello significaba
—. ¿Puedo cogerlo?
Ahmed sonrió.
—Ese bicho ha dado un picotazo a más de un dedo occidental.
—El señor Larrimer compró una momia muy parecida a la que usted le vendió al
barón —ya había dejado que Ahmed dirigiera la conversación durante demasiado
tiempo.
El árabe permaneció impasible y tomó otro sorbo de té.
—¿Parecida? ¿En qué sentido?
—La fecha, el estilo de los vendajes, y también se trata del cuerpo de una
adolescente.
—¡Qué interesante! ¿Encontró algo en el cuerpo?
El loro volvió a chillar, pero no le hicimos caso.
—Todavía no la hemos desenvuelto.
Afortunadamente, Henry tuvo el suficiente sentido común para no contradecirme:
—En efecto, es muy hermosa. El té está delicioso, Ahmed.
—Muchas gracias.
Me incliné hacia adelante en el sofá. No quería perder las riendas de la
conversación.
—De hecho, querríamos encontrar una segunda momia como la que ha comprado.
Dos momias juntas quedarían perfectas.
—Así es —Henry parecía disfrutar de lo lindo.
—¿Le agrada el té, Carter bajá? —Ahmed era el perfecto anfitrión.
—Sí, mucho.
Se volvió hacia Henry.
—Veo que también le interesan los objetos de plata.
—Bien, me dedico a coleccionarlos. De hecho, me gustan muchísimo las jarras
que hizo su hijo.
—Mi hijo Dukh.
—Sí. Me interesaría comprarlas, si el precio me parece correcto.
—Estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo. ¿Más té?
Azzi, que había permanecido en una esquina, jugando con el loro, se acercó para
volver a llenar nuestras tazas.
Se produjo una pausa mientras lo saboreábamos. Era fuerte, casi demasiado fuerte
para mi gusto. Decidí tomar de nuevo las riendas de la conversación.
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