Page 10 - COLECCION HERNAN RIVERA MAS DOS CUENTOS
P. 10
Brando Taberna gozándolos de lo lindo y defendiéndolos
como verdadero arte popular —«no por nada es un diario
que está firme junto al pueblo», decía ufano—, y Cristo
Pérez abominando histriónicamente de ellos como de
«blasfemias y obscenidades atentatorias contra la moral y
las buenas costumbres». A Jerónima Monroe le daban lo
mismo. Aunque no se consideraba tan burguesa ni tan
reaccionaria como su familia, «tampoco me vengan a
confundir con una upelienta cabeza de piedra», decía
arriscando su nariz en un gracioso gesto de asco.
Y si la prensa de izquierda culpaba a los empresarios y
comerciantes momios de esconder y acaparar las
mercaderías sin ningún escrúpulo, los diarios de derecha
acusaban que era la inoperancia del gobierno marxista lo
que tenía al país sumido en el caos. Lo cierto era que a lo
largo del territorio nacional quien quisiera conseguir
cualquier artículo de primera necesidad se veía obligado a
comprarlo en el mercado negro o a pasarse todo el día en la
calle haciendo esas largas y fragorosas colas donde las
mujeres llegaban a jalarse de las mechas por un paquete de
detergente o un miserable rollo de papel higiénico.
Mientras los hombres echaban el bofe corriendo de un
almacén a otro para ver si con suerte lograban adquirir una
sola cajetillita de cigarrillos que fuera, y de la marca que
sea, socito, por la cresta. Aunque al final siempre era más
fácil conseguirse por ahí un pitito de marihuana que una
simple colilla de Liberty.
10