Page 3 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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Pero pocas veces conseguía derrotar a David. El
era el maestro.
Intenté otra patada a la rodilla, pero no sólo la
eludió, si nó que aprovechó mi impulso para saltar
de lado y hundirme el estómago con un golpe seco
de su pie.
El cuerpo sigue a la mente. Tomé aire y recordé el
lado débil de David. El siempre me decía : "No me
convienes como adversario, Ruth, sabes
demasiado". Reaccioné doble con los puños en el