Page 220 - Tito - El martirio de los judíos
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Pensé que podía tratarse de Anán.


                ¿Habría escrito él mismo el texto o sólo había sido su portador? ¿Por
                cuenta de quién? ¿De un discípulo de Cristo conocedor de mi fe?


                Lo leí y lo hago mío al final de mi vida y de estos Anales.


                Lo copio para quienes hayan llegado hasta aquí, al término de mi
                destino:


                «¡Ah, infelices mortales, cambiad de comportamiento, no hagáis que
                Dios grande acabe absolutamente enfurecido!

                »Bañad vuestro cuerpo entero en las aguas vivas, y dejad las espadas,
                las querellas, los asesinatos, las violencias; tended vuestras manos al
                cielo para pedir perdón por vuestras obras pasadas y curar mediante
                vuestras oraciones vuestra funesta impiedad.


                »Sólo entonces Dios se replanteará su decisión de perderos.


                »Su ira se apaciguará siempre que cultivéis en vuestros corazones la
                preciada piedad.

                »Pero si, persistiendo en vuestra maldad, desobedecéis y, por amor a
                vuestra locura, desatendéis estos avisos, el fuego se extenderá por la
                tierra y éstas serán las señales:

                »Al amanecer, espadas alzadas, sonido de trompetas. El mundo entero
                oirá unos bramidos y un tremendo estrépito. El fuego quemará la tierra.
                Toda la humanidad perecerá. El mundo quedará reducido a polvo negro.

                »Cuando no quede más que cenizas y Dios haya apagado el enorme
                incendio provocado por él, el Todopoderoso volverá a dar forma a los
                huesos y al polvo de los hombres y restablecerá a los mortales tal como
                eran anteriormente.

                »Entonces sobrevendrá el juicio por el que el propio Dios juzgará al
                mundo. La tierra esparcida sobre sus cabezas cubrirá a aquellos que se
                hayan entregado a las impiedades. Serán arrojados a los abismos de la
                sombría laguna Estigia.

                »Por el contrario, aquellos que hayan obrado con piedad renacerán en
                el mundo del Dios grande y eterno envueltos en una felicidad
                imperecedera, al otorgarles Dios el espíritu, la vida y la gracia para
                premiar su piedad.


                »Entonces todos se verán a sí mismos con la mirada puesta en la suave
                luz de un sol que nunca se pondrá.

                »Oh, dichoso el hombre que por entonces siga vivo».




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