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destino de la Humanidad.
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3 Tatunca Nara
1968 - 1970
El desarrollo de los grandes depósitos de petróleo existentes en las regiones de la jungla del
Perú preludió la tercera fase de la exploración económica de la Amazonia por la civilización
blanca. Perú inició la colonización del territorio antiguamente virgen de la provincia de Madre de
Dios, y Brasil, por su parte, decidió la construcción de la Transamazónica. Este proceso aceleró
aún más la extinción de las tribus indias, que sucumbieron a las enfermedades de los colonos
blancos y perdieron sus últimos territorios. Quinientos años después del descubrimiento de
América, los ocho millones de personas que en un tiempo poblaron los bosques habían
quedado reducidos a apenas 1 50.000 supervivientes.
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El plan de los señores de la guerra
Cuando mi padre estaba todavía vivo, un día me enseñó la tierra en el Este y en el
Oeste, y no vi más pueblo que los Ugha Mongulala y sus Tribus Aliadas.
Transcurridos muchos años, volví a mirar de nuevo, y observé que habían llegado
pueblos extranjeros para privarles de sus tierras a sus legítimos propietarios. ¿Por
qué? ¿Por qué tienen que abandonar su país los Ugha Mongulala y vagar por las
montañas, deseando que los cielos los aplasten? En un tiempo, los Ugha Mon-
gulala fueron un gran pueblo. Pocos sobreviven, y nada poseen salvo una
pequeña extensión de tierra en las montañas. Y tienen todavía consigo la Crónica
de Akakor, la historia escrita de mi pueblo, el pueblo más antiguo de la Tierra.
Hasta el presente, la crónica no era conocida por los Blancos Bárbaros. Hoy la
estoy revelando para divulgar la verdad, porque éste es mi deber como caudillo de
las Tribus Aliadas y como príncipe del Pueblo Escogido.
Dos años habían pasado desde la muerte de Sinkaia, el príncipe incomparable. Y
los Servidores Escogidos se reunieron, junto con los soldados alemanes y con las
Tribus Aliadas. Todas las clases y razas se habían congregado para celebrar
consejo y buscar la manera de salvar al pueblo. E incluso aquellos que no tenían
casas y que caminaban solitarios por los bosques, incluso éstos vinieron a Akakor.
Porque su necesidad era grande. El Sol brillaba, mas débilmente. El cielo estaba
cubierto de nubes. El pueblo vivía en la pobreza, vagaba por los bosques, huyendo
de sus enemigos. Alzó su rostro al cielo e imploró a los Dioses. Solicitó su ayuda
en la lucha contra los Blancos Bárbaros.
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Unos pocos meses después de que yo hubiera asumido el poder en Akakor en el año
12.449 (1968). encendióse de nuevo y con renovada fuerza la lucha en la frontera
occidental. Nuestros enemigos hablan atacado a la Tribu Aliada de los Corazones
Negros y hablan cogido prisionero a su caudillo. Creían de esta forma que así podrían
desanimar a sus guerreros y forzarles a renunciar a la alianza con Akakor. Pero una
vez mas. los Blancos Bárbaros se equivocaban. A pesar de sus crueles torturas, no
pudieron someter a los guerreros de esta última y todavía leal aliada. Allí donde un
Ugha Mongulala caía prisionero. éste seguía la regla de los señores de la guerra;
encomendaba entonces su vida a los Dioses y fallecía.
Para impedir el descubrimiento de Akakor por los aeroplanos. di órdenes de camuflar
todos los templos, palacios y casas con bambú y con esteras de bejucos. Mandé
destruir las torres de vigilancia situadas en los exteriores de Akakor y sustituirlas por
trampas. Transcurridas unas lunas, hasta tal punto había sido cubierta la capital por
los bosques que incluso las Tribus Aliadas tenían dificultades para localizarla. El
acceso a Akakor quedaba así completamente cerrado para los cazadores y
buscadores blancos. En sus correrías no en contrarían más que ruinas abandonadas.
Sospecharían que era obra de los espíritus malignos y se retirarían detrás de la