Page 36 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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(la “gente”) de los Quechuas, en el sentido de que quedaban ex-
cluidas de la condición gentil o propiamente humana las gentes
pertenecientes a agrupaciones distintas.
Nanacca Haqque, en Tiahuanaco, y runacuna en el Cuzco fue-
ron, como se ve, el equivalente americano del término gentiles en
liorna antigua, designación que vemos repercutir en las voces gen-
tilismo, gentilicio, gentileza, gentilhombre, etc., de las lenguas neo-
latinas.
Nosotros la denominamos civilización protocollagua.
Cabe decir que la civilización andinoperuana conoció, antes
de merecer este nombre, dentro del orden de ideas a que nos ve-
nimos ciñendo, los siguientes períodos, durante el proceso de su
desenvolvimiento secular
De los Embriocollaguas atlánticos,
De los Precollaguas del riñón del continente americano,
De los Protocoll aguas de Tiahunaco,
para conocer posteriormente los siguientes
De los Collas de Hattun Colla y Paucar Colla,
De los Quechuas del Cuzco.
Al asignar veinte siglos al período protocollagua propiamente
dicho, contrariando en este caso especial al profesor Arthur Pos-
nanski, que le asigna no menos de nueve mil años nos fundamos
en que el mismo, sometido a comprobación filológica, única de que
disponemos, no pudo, en rigor, aventajar en más de seis siglos a
los períodos que denominaremos neocollaguas, que continuaron su
ritmo lingüístico y cultural, por el hecho de no advertir entre
ellos una falta de continuidad apreciable; y en que una antela-
ción de nueve mil años retrotraería la civilización de Tiahuanaco
a épocas colocadas fuera del alcance de la crítica histórica moderna
'y ajenas de todo posible contacto con la organización social y es-
tadal que la conquista castellana halló vigente en el Collao y en
las restantes secciones del Tahuantinsuyo incaico.
Mil años bastaron para que la lengua latina, al retoñar en sus
hijas las neolatinas, sufriera una transformación substancial de su
filología y de su gramática.