Page 277 - Resiliente
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allí, cerré sus ojos y casi pude ver una placidez en sus fac-
ciones a pesar de haberse transformado, la placidez que tiene
alguien cuando está bien, segura, y en paz, mire un manto den-
tro de una camioneta vieja y lo tome, envolví su cuerpo y luego
lo lleve hasta el primer piso.
Máximo miro el cuerpo de Cleo enrollado en la manta cuando
llegue, su mirada era más bien de compasión, se giró y los dos
salimos de aquel infernal edificio, volvimos al jeep y colocamos
la motocicleta en la parte trasera junto con el cuerpo de Cleo,
Máximo se sentó en el asiento del copiloto y se agarró el
rostro con las manos, como si intentara despertarse de aquella
pesadilla, acelere el jeep y volvimos a La Pedregosa sin más
problemas ¿Podría haber más?.
Mediante fuimos subiendo, nos fue llegando la señal de las
radios, era Mauro que llamaba sin duda alguna, se escuchaba
entrecortado, pero pude distinguir la voz de mi amigo llamán-
donos, aparentemente, sin esperanzas de que estuviéramos con
vida, cuando llegamos ya había anochecido totalmente, entramos
por la reja azul y estacionamos frente a la muralla de la calle
lateral, en seguida apareció Mauro, Laura, Sandra y Cesar
con unas linternas y poco después apareció Camila, Mauro se
detuvo, que fue el primero que salió y paro la marcha de todos
los demás, su rostro estaba pálido.
—Esperen –Le escuche decir.
—Son los muchachos. —dijo Laura.
Entonces se aproximaron con lentitud hacia Máximo, pude ver de
nuevo la mirada cristalina en sus ojos, comenzó a sollozar,
Mauro contrajo el rostro y lo abrazo con fuerza comprendiendo
sin mucha dificultad, los dos comenzaron a llorar, yo los mire
conmovido y sintiendo esa tristeza abrumadora que solo saben
aquellos que han perdido a alguien que quieren mucho...
ósea todos, baje del jeep y saque la motocicleta, escuche a
Mauro sollozar consolando a Máximo que le abrazaba con fuerza.
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