Page 274 - Resiliente
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lado, con el rostro impávido, incrédulo, se masajeaba el bra-

                                    zo, y lentamente giro la cabeza para verme, me quede atontado al
                                    ver la profundidad de su mirada que se encontraba totalmente

                                    perdida, el indescriptible dolor que sentía en aquellos momen-
                                    tos, sus ojos vidriosos se fusionaron con los míos, y finalmen-

                                    te como si hubiese pasado una eternidad de caer por un abismo
                                    oscuro.



                                            —Se fue –dijo en voz baja y cortada.

                                            —Se ha ido... se fue...



                                    Tome a Máximo con fuerza por el cuello y lo atraje hacia mí,
                                    este entonces comenzó a llorar... las lágrimas comenzaron

                                    a escurrir por mi chaqueta.



                                            —Se fue –Dijo desconsolado —se ha ido...



                                    Tome a Máximo con todas mis fuerzas, mientras él me abrazaba
                                    a mí, ya no lo pude reprimir, comencé a llorar y no pude parar,

                                    mientras apretaba a mi amigo, a mi hermano, contra mi pecho,
                                    observe los últimos estertores de vida de su padre hasta que

                                    finalmente abandono aquella terrible vida.



                                    ¿Cuántas más vidas iba a cobrarse esta maldita pesadilla?
                                    Llorando comprendí, que todos esos triunfos, las metas

                                    que nos habíamos propuesto... todos los logros en tanto horror,
                                    todo eso no iba a poder seguir asi, y como había predicho,

                                    las cosas tienden a equilibrarse bruscamente.



                                    Estuvimos horas allí, en la misma posición, en ese apartamento,
                                    no sé cuánto tiempo, pero fue hasta bien caida la tarde, cuan-

                                    do finalmente Máximo dejo de sollozar, se separó de mí y levanto
                                    el rostro enrojecido y deformado por el sufrimiento, lentamente

                                    comenzó a levantarse, como un coloso que se hubiese derrumba-
                                    do y hubiese recuperado las fuerzas, miro con desasosiego el

                                    cuerpo de su difunto padre, y volvió a contraer el rostro por
                                    el dolor, pude ver como mi hermano perdio todo por lo que tanto




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