Page 270 - Resiliente
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     Me gire rápidamente y apunte hacia las escaleras esperando
                                    al Histérico, sin embargo, nunca subió, solo lo escuchamos
                                    gritar y correr, luego incluso esos sonidos desaparecieron,
                                    Máximo me tomo del hombro con suavidad.
                                            —Esto es algo que tengo que hacer yo –dijo en un susurro.
                                    Yo lo mire, mi cabeza daba vueltas, jamás Máximo me había
                                    hablado con tal valentía, y con tal suavidad... era como si
                                    intentara decirme que todo saldría bien ¿El diciéndome eso?
                                    ¿Sabiendo lo que tenía que hacer en los siguientes instantes?
                                    Mi corazón se enrollo en un nudo que subió hasta mi garganta,
                                    y luego asentí lentamente con la cabeza.
                                            —Espero que tengas razón –dije interceptando su mensaje.
                                    Máximo asintió dedicándome una serena sonrisa y extrajo la
                                    pistola de su cintura.
                                    Cleo se aferró a su brazo derecho (Máximo era zurdo) y vi
                                    como tensionaba su mandíbula y el cuello se brotaba en vasos,
                                    lentamente su frente y facciones fuertes se fueron perlando
                                    de sudor y soltó un suspiro, como el de un toro antes de
                                    cargar contra su objetivo, vi como dibujaba en sus labios
                                    la frase “Estoy en casa”.
                                    Abrió la reja y luego la puerta, un hedor a podredumbre terrible
                                    nos llegó a la nariz, sin embargo, me sorprende cuan acostum-
                                    brados estamos a ese olor, Máximo entro con la pistola en alto
                                    y fue una de las pocas veces que e visto temblar a mi amigo,
                                    avanzo paso tras paso, y finalmente llego a la sala, me quede es-
                                    perando en la puerta mientras Cleo le acompañaba en cada paso.
                                            —Bebe, ve con Mario –dijo en voz baja.
                                    Ella asintió sin protestar y vino hacia mí, donde se aferró a
                                    mi brazo izquierdo, estaba temblorosa, los nervios me invadian
                                    nuevamente, algo en el hambiente no me gusto.
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